lunes, marzo 09, 2009

TRÁNSITOS IMBORRABLES


Cuando sus abrazos se habían perdido en un día sin memoria
volvieron a aparecer impetuosos a la luz de un día en registro,
de entre calles despejadas y sonidos domésticos
con cielos abiertos de esperanzas visibles
por huertos tendidos a la sombra de cercanos centinelas
entre la proliferación del bien como montaje por gravedad
y la nulidad del error como efecto del desencanto.
Con la aparente dificultad en retirada
-otrora intruso antagónico-
y todo el mundo, secundario al interés que nos podía estar inquietando
nos abrazábamos cuando el sol implacable de la tarde se agotaba de irradiar
y la vida era generosa,
pensaba que podíamos ver nuestras propias escenas fraternales
mientras duraban esos abrazos de nuestra creación,
saltar desde lo hondo
hasta el universo de nuestros cuerpos limpios en el amanecer diario de la felicidad.
Ese tiempo, se encargaba de hacer el diseño
en el cual los momentos se fortalecen en recuerdos
y las mejores nostalgias de bienvenida,
el flagelo sublime de que sea así para siempre.

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