martes, julio 23, 2013

Iluminaciones: PARQUE EN EL AGUA


Es cierto que todo parece comprometido en una atmósfera, y es inevitable creer que las cosas se acabarán después de encontrar las satisfacciones que al final no nos hacen tanto bien.
Es preferible reír y seguir adelante, a quedarse como cualquier otro que adolece de cuestiones simples, que el dinero le puede solucionar.

Puedo percibir las emociones como el movimiento del agua, bajando y subiendo, alterando sin quitar o aumentar su contenido diáfano.

Me convierto en un ilusionista enmarañado de documentos florales y espejismos de vida emergiendo.

Nada mejor que dejar a los pensamientos filtrarse en la ventura de espléndidos paisajes.

Hay retribuciones discretas que son como algunos lo dicen, un síntoma deslumbrante bajo el sol.

Mi forma de romper esquemas es presumir también de libertad a donde quiera, enunciar con reflexiones la amplitud de conocimientos al aire libre. Quizá aún no pueda deshacerme de las emociones o el regocijo de estar nutrido de naturaleza, sin embargo, es por eso que las palabras simplemente tienden a anularse en la generosidad de los circuitos nativos.

Descripción:
Las hojas de un árbol, que aprecio mucho por su verde tropical, me protegen de una probable tormenta, pero al mismo tiempo me posicionan elucubrando una estratagema que trataré de retratar para abrir testimonios esquivos cuando tenemos que irnos.

La compañía:
Pensaba en la noche anterior, o en la madrugada que me dejo sin aliento.
Escribirlo con palabras reales, sería comprometerme con fuego si alguien las leyese. Trato de recordar todo y hasta este punto, donde estoy ahora, 3:46 de cualquier día, mis sentimientos no han cambiado.

Y qué ejemplo nos satisface más que ninguno, las ventajas de ser invisible; esas ventajas que nadie incluso puede darse cuenta. Si tuviera razón, no me hubiera ofrecido la cultura como el fruto que se debe recoger.

Si la intimidad me golpea como casi siempre lo ha hecho, cómo escapar de eso, si los vínculos siguen entrelazándose.

Mi corazón sigue pendiente,
las palabras que se cruzan,
los peces que salieron al aire para morir,
las ventajas de ser invisible
y no tener de alguien el recuerdo;
que nadie lo tenga
que te olviden y te ignoren,
muy pronto y desmedido,
gritando en la calle
¡Pero sí lo recuerdas!

Es la situación que te sosiega cuando deseas libertad entre la hierba. Cuando te abandonaste para vivir en el quehacer cotidiano, y dejaste que la gente te mire muy breve hasta disimular que eras un mecanismo inorgánico que se convertía en humo.

La piedra choca con el aire, 
y el agua en reposo me vuelve a mostrar el paraíso.


lunes, julio 22, 2013

REVOLUCIÓN CENTINELA


Medianoche del martes y madrugada del miércoles, como cualquiera, no tengo deseos de recostarme y dormir, (quizá porque arrastro la maldición de Raimondi y la Cruz), en ceder sin oponer resistencia a que las horas sigan trascurriendo en intervalos insondables, mientras la profundidad de todos los recuerdos condensados se alternan en una sucesión aleatoria que me deja caer cuando apenas sobresalgo airoso en la calidez acústica, y me deja vivir libre al corriente de excesos fortuitos que disminuyen la fluidez sistemática que intenta componerme entre abruptos y traspiés a ciegas, alrededor de quebrantos y anhelos interrumpidos por síntomas de traspiración resecados de inmediato con la carga de melancolía impregnada en cada artificio y solución metódica de expresión. Me alivio creyendo en las intenciones de mi corazón sincero imponiéndose y el raciocinio agazapado contra los anhelos de brío ordinario formando el diagrama común del ambiente cómodo para neutralizar las formas y resignar las causas. Me aborrece asimilar ese futuro que no es para mí, cuando la sintonía se proyecta desde afuera e intenta obnubilar. Cierro los ojos y los abro para descubrir los errores y los aciertos contrastados en la plataforma irreal que siento cuando respiro sin dificultades, cuando el alma obstruida desde la visión, decrece del núcleo mismo de todas las antologías parentales, representadas en el relieve áspero de manos fatigadas que se revelan emotivas de orgullo y albedrío a la luz de una luna convertida de pronto en la constante evolutiva [del equinoccio] agitado por temporales paralelos a la duración de alucinaciones volubles que me inducen a tiritar sin moverme, esperando algo más del cosmos, a que ruede en espirales de fórmulas y acertijos esclarecedores, que estalle en mil colores desde la oscuridad negativa que no tiene astros; sin embargo espero mucho más, cuando el clima se hace muy adverso y la ignorancia aplasta la convivencia de miserias y podredumbre. Nadie puede ver [como el centinela] esa conglomeración que aparta arriba de abajo, se borran todas las evidencias, un nuevo aullido, un accidente a lo lejos cuando los relámpagos extienden en vertical su exotismo en rayos equis que parten la superficie y atormentan a esa civilización plana que no logra rehacerse del unísono popular en descanso, de la sugestión en cada periodo de inercia.

Bajar los brazos en estas condiciones, ceder sin carácter por el atropello de fenómenos que nos reducen a reponernos en un contexto experimental, con las facultades que gotean sin sobresalto en este tiempo absurdo sin pausa, sin fundamento crónico para descubrir desde las minucias, el ángulo de las combinaciones, donde termina la capacidad que nos limita a continuar más adelante, porque no lo entendemos, y se abra una renovada ciencia del conocimiento entre tanta falacia y quimera.

martes, julio 16, 2013

Interlude: ANÓNIMO


Hasta ayer fue el mito dogmático de la última salida del Hombre,
hasta ayer;
hoy todo cambio.
Se acabó la última divinidad expectante del retroceso al pasado;
hoy todo se terminó de poner frío.

sábado, julio 13, 2013

SÍNDROME (La Casa de los Sueños)


*Pessoa lee el Libro Negro en la incertidumbre. Ha llegado la Hora del Diablo, y el descenso a lo temible le muestra los seres que ya no son humanos.
*Cuantos círculos por la cicatriz de luz.
*Los fantasmas nunca descansan.


Se escucha un disparo, el aterrador estruendo de recuerdos que parecían tan remotos. Mutismo al instante en el barrio y el aguacero: de los escalones oscilan hombres como aves, voces tóxicas como sentencias prematuras. Observo mis pisadas que trajinan por el zaguán, se abren paso ante el charco negruzco, desprenden la trasparencia y retornan de una sombra en donde se ha postrado la muerte por todo el tiempo perpetuo. Escucho las lamentaciones de mi madre, contemplo a mis hermanos que se divierten en la habitación contigua y rememoro la iluminación pálida que me desentiende por un intervalo (ese tiempo nuestro cuando el semblante de hacia enfermo de precariedad). Nadie me dirige palabra alguna ni giran la vista para reconocerme. Pruebo gritarles pero es completamente inútil. Resuelvo salir huyendo inmediato de allí, no obstante en el patio, en la calle, y en la tierra de estructuras vacías a la intemperie, el cielo es un atisbo disuelto por el sol.
El mundo [del tamaño que puedo verlo] por cuanto estos hechos sórdidos, me recibe con un ambiente a tierra dúctil y húmeda, casi imaginaria cuando parpadeo hasta cerrar los ojos para ceder vencido y no despertar. 

jueves, julio 11, 2013

Interlude: OBSCURIDAD



Cuando termines caminando hacia la obscuridad* e ingreses en ese tumulto que acogerá tus sufrimientos [ocultos], podrás delirar sólo sin considerar las expresiones que se evidencien. Alrededor no habrá nada que pueda señalarte, más encontrarás una comodidad lúgubre ahondada en el descalabro siniestro que te hará rendir, orar por culto, recrudecer y quizá fundamentar las razones que está condición [de mortifixión] ha querido demostrarte en la derrota eminente. 

sábado, julio 06, 2013

ATROFISMOS XVII: ITINERARIO DEL DESAHOGO


+Ahora sin mentir he consolidado un drama del fiasco parecido al suicidio. ¿De cuánto me han servido tantas revelaciones otrora ensombrecidas?

+Nunca es suficiente. Ni el ímpetu en el frío gélido de la madrugada, ni la aplicación constante, ni la eficiencia laboral, ni el pragmatismo, ni la austeridad.

+Las explosiones de mi tiempo, son  explosiones de terror, que el cinismo sigue produciendo. La defensa del aliado y el antagónico es con bombas.

+Tiemblo en las tentaciones (sigo haciendo laberintos);los susurros me traducen escalofríos (vuelvo para decir la verdad y despojarme.

+Sigan dejando el criterio irrebatible a cargo del poder descompuesto. Un país dividido en una democracia inmadura de muchas cabezas seguirá ignorando cómo se resuelve con justicia.

+Las cosas que ensombrecen después de la vergüenza: Una afilada decoración lúgubre del maldito octavo día. Floración oscura, soledad y muchos enigmas.

+Cada día:
Imprudencia, caos, asimetría, contaminación, informalidad, mamarrachos, melancolía, violencia, batahola, tumulto, fealdad, hedor, ignorancia.

+Tuvo que ser más prolongado y apasionado. Lo que me perdí contigo.

+Se admiran del atino reaccionario. ¡Qué brillante es rebatir iniciativas! ¡Qué lúcidos argumentos al oponerse!, pero al crear y ser honestos, la iniciativa no llega, la calidad se destiñe, la voz se hace un nudo.

+Temor, absurdos, expresiones desviadas, imperfectos grotescos, palabrería, torpezas y abruptos inoportunos.
Cuanto contratiempo sin protagonismo.

+Por dentro se desmorona, por dentro la distancia, la ruptura. Por fuera la insignificancia de los síntomas mantiene apenas el vínculo básico.

+Lágrimas para los muertos. Cuantas acciones en desuso, cuantas cosas obsoletas, cuantos lugares que se han desprendido de lo mítico ahora que todo es visible.

+Los caminos se desdoblan y la mayoría sigue en el más evidente. Todo es posible por ese sendero. Está bien todo lo hecho, dicen. De pronto la anarquía.

+Empezar para decaer ante el monumento de todas las manos y las ideas de todos los venturosos.

+El proceso de invisibilidad continúa.

+Imprudencia, derrotismo. Imprudencia, amargura. Imprudencia, resignación. Imprudencia, mutismo. Imprudencia, insensible. Imprudencia.


viernes, julio 05, 2013

FILIGRANA Y HUMAREDA (Relato)


No quería que su muerte le acelere los padecimientos por desidia, y el anonimato de tamaña desgracia pase como un aviso anónimo a la colectividad.
En el último número de su revista, le hizo un homenaje al ser que tanto amó y al que tanto debe esta última faceta de su vida. Lo ha llorado sí, lo lloró, le sigue llorando a su modo, sin ánimo de quebranto, sólo con expresiones de un sentimiento mortecino, que se escucha para sí misma, con el singular vigor cuando dice y reclama a su querido colorao.
Yo no tengo salida, tú ya te fuiste, y yo sigo encerrada entre todas tus creaciones.
En el último número, su rostro para ella ya desborda lo invalorable. Carmela, su amiga desde los quinceañeros, quien le guiñaba el ojo después de la picardía, no hace más que consolarla diciéndole que fue un estupendo hombre y amó a una grandiosa mujer. Que sin inmiscuirse en las cursilerías de los dos, sabía perfectamente los detalles coloquiales que se dedicaban, los pétalos en la baranda de la azotea, el reflejo encandilador en los ojos infinitos, las caricaturas del alma sin saber que el recorrido de la sed originaba sobresaltos exquisitos que invitan a compartir esa intimidad que prolonga la intensidad de cada sentido.  
Ahora es parte de una edición anterior. Lo reconoce ante un amigo que le preguntó por el colorao, y al que le aclara que se fue entregándolo todo, porque quería que ella siga con el negocio, elaborando junto a los especialistas de cada sección lo que haría falta, a pesar de seguir públicamente en este tiempo saturado de riesgos, abrumado de estupideces, silencio incoloro, y muchas espaldas. Por eso no se quedó atrás, le lloró es cierto, soportó su ausencia con telenovelas reales en cualquier cafetería, con boleros desde las 6 de la tarde hasta sucumbir en la jornada mortuoria de sueños y ronquidos prolongados, cada vez más eternos.  Se ha echado a fumar como envuelta en un incendio, porque su cabello lo tiene pintado de rojo y se irrita de súbito al primer caso descortés, aunque en el fondo murmure acentos dóciles y figuras tiernas. Sigue recurriendo a  quedarse en los bares para compartir sus penas con los amigos que aparecen al sonido de las copas, y hacer publicidad de la obra que dejó su esposo, de la empresa que tiene por encargo, porque también Arequipa le sigue inspirando como antes. Reconoce en el sillar lo que a la gente la hace sentir orgullosa. Nadie ha cambiado tanto, comenta a cualquiera siempre frívola, salvo su mal humor y esa figura garabateada de la que hace gala con el luto escuálido que le insinúa a un joven que se acerca para hablarle al oído, cuando ella de sorda no tiene nada, y permite ese aliento apelmazado junto a su rostro geriátrico. Pero nunca cruzó la línea, su colorao le había dado toda la libertad, como ella a él, y las cosas funcionaban a la perfección con ese arreglo.
No desea tener más recuerdos frescos, fuma, se enreda, fuma, pide permiso después del protocolo ridículo en desuso, se cuelga ese bolso que tiene chicles, golosinas que pudren y alivian, dinero como verdura descompuesta, y otros instrumentos de belleza cómica, paga, se va atolondrada en sus pasos enclenques, pero vuelve al instante y piensa en quien puede recibir su producto que ella lo estima como patrimonio cultural, aunque antes pide una bebida sublime que la desahogue de placer y mientras tanto suplante el whisky que tiene guardado en casa. Toma y vuelve a ser nostálgica mientras echa esa bocanada de humo que la mantiene lúcida.  

LA EDAD DE LAS TINIEBLAS


Desorden de los factores

Les digo buenos días a las tinieblas. A lo que ya se va le ruego tomar asiento en los salones más recónditos de la intemperie. Envío pésames a los recién nacidos y felicitaciones a los muertos. Arrojo fuego al agua. Lleno de nieve los campos de sal para que el lodo se abra paso contra nosotros. Escalo en vano el fondo de los mares. Desciendo sin querer a las más altas cumbres.
Doy armas al cordero y ofrezco asado de lobo a mis visitantes. Pugno por abolir la primavera y perpetuar el invierno. Ahuyento la calma y celebro la llegada de la tormenta. Escupo al pan y venero la hambruna. Injurio al colibrí y adulo a hienas y chacales.
Todo me sale al revés a pesar de mis buenas intenciones. La noche que me invade no sabe que es noche. La vida se me acaba sin entender de qué se trata. El mundo insiste en ser como es, no como yo quisiera. El desorden de los factores divide la multiplicación y suma una resta divisoria.

José Emilio Pacheco