lunes, agosto 01, 2011

EX REPÚBLICA OSCURANTISTA


Unos días después de elegir al Presidente de la República, de inmediato se dio inicio a la simplificación del sistema, en claro síntoma de combatir la burocracia y corrupción, con leyes que el Congreso había aprobado en acuerdo con demás bancadas opositoras y gracias a la ayuda ideológica de los pensadores políticos que habían estado desde hace mucho tiempo exiliados por temor a la represión de la dictadura que fue puesta tras las rejas en el gran juicio que la población y los medios de comunicación catalogaron como el precedente máximo del ejercicio de la verdad ante el poder oscuro que había resuelto desde las sombras una dictadura caracterizada por los asesinatos, robo y persecuciones.
En una Asamblea Constituyente sin precedentes históricos, se aprobó también el cambio obligatorio y urgente de muchos de los artículos que la mafia en su tiempo había modificado a favor de sus medidas de inversión y sus medidas de gobernabilidad. Desde entonces un aire de lucidez soslayaba los cálidos paisajes de un país que lo poseía todo para realizarse como una potencia saludable y ejemplar, y además porque las promesas de reivindicación social expuestas por el partido ganador se estaban haciendo realidad como el de reintegración social, que incluía primordialmente a los jóvenes que por la falta de importancia y oportunidad se hacían cada vez más sombríos hasta inclinarse por el mundo clandestino de la delincuencia y las drogas, agudo problema que estaba provocando una estampida en la educación y un conflicto que ya utilizaba armas sofisticadas y métodos terroristas. Pero con la concertación de una política que siempre fue plural y contradictoria, el poder se hacía sensible y analítico ante estos hechos y, lo de extrema pobreza que dejaba el costo de poseer un sistema occidental consumidor y adinerado. Hacía falta ese desprendimiento, ceder, resolver y tolerar, soportar la variedad de climas y los acentos múltiples de regiones tropicales, y regiones milenarias, hacía falta humanidad, el dialogo de crítica y ventilar el secretismo estatal, lo cual se estaba haciendo con una gran voluntad transparente.
Los ciudadanos de a pie conscientes de estos cambios asumía otra postura, se respiraba nuevamente confianza, y entonces el progreso se hacía más inteligente y menos complejo. Los presupuestos que eran destinados para el ajusticiamiento y la represión se destinaban ahora para el poder de la cultura y la civilidad, antes de cualquier manifestación un Consejo de Conciliación estipulado por una de las leyes en vigencia de la nueva Constitución hacía todo lo posible para remediar esos asuntos.
Mucho tiempo después de emprender esta gran transformación el gobierno empezaba a debilitarse, porque la sociedad era más autosuficiente y criteriosa para tomar sus propias decisiones y resolver sus propios asuntos, la elección de un solo poder ya no era la obsesión de turno ni la llamada fiesta electoral declaraba a la Democracia como el motivo momentáneo, solamente se expresaba libertad y respeto.
Esa República había entendido que el progreso no solo era material.

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