miércoles, enero 04, 2012

PROLETARIO (Jornadas Memorables)


Pienso en la importancia de los propósitos,
cuando contemplo los paisajes escalofriantes
que nos esconden parte del cuerpo desmejorado
en las ruinas de un territorio que acababa exangüe,
como nosotros,
después de habernos abnegado plenamente bajo condiciones inclementes
en la tragedia humilde,
de esa misma tradición que parece formar parte inherente
de los que estuvieron antes y los vendrán después.

Nos avergüenza el hablar de las experiencias difíciles,
de recrear siquiera lo que afrontamos a diario
por las secuelas de la desorganización,
como la informalidad en esa fiebre anarquista,
y el atropello por conseguir lo mismo en miles de ingeniosas y genuinas formas
dentro de un espacio abrupto, ilimitado,
que se fue haciendo más holgado;
con esa grisácea apariencia de los que visten y sienten melancolía,
cuando se superan emulando realidades sofisticadas de la otra orilla,
y en donde caen derrotados después de tribulaciones reincidentes,
porque siguen enmudeciendo dolor y sacrificio
a costa de esas esperanzas dosificadas,
que se hacen ideales en el transcurso amotinado
de esas vidas que todavía parecen estremecerse
con la sonoridad romántica de un tiempo más generoso,
que eventualmente exterioriza a manera de un carnaval,
los desahogos, expresiones y tributos hacia esa condición natural
que en algún momento tenía la capacidad suficiente y reconocida
para reinventarse desde la ignorancia
y lograr el albedrío de decidir realmente lo que se quiere,
y cuanto sentido tienen los propósitos para seguir o declinar.

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