martes, octubre 30, 2012

CONTRARRESTAR


 Cuando estés perdiendo con abrumadora diferencia
frente a quien parece invencible y muy aceptado con aplausos y elogios,
no apagues tu espíritu para dejarte al caudal que arrastra a cualquiera,
no cierres las puertas por completo ahogándote de resignación
y no agaches la cabeza asimilando ese destino que ha sido manipulado
y que trata de acorralarte en una sintomática debilidad que te hará dudar de ti mismo.
Mientras tanto sigue demostrando cualidades, disponiendo virtudes ejemplares para el soslayo,
excentricidad y poco a poco la grandeza con rebeldía y expresión de la sangre.

Que te admiren, cuando en el suelo reducido a la miseria,
sigas en ese pleno albor de la defensa
y ese despertar indomable desde el fondo donde pareces insignificante;
porque después conocerán
en esa ruina que todavía no pudo acabarte
cuando empezaron a consentir en darte la espalda al unísono y dejar de creer en ti,
que el cúmulo de tu resistencia
no sólo habrá remecido ese orden armonioso de parcialidad
sino también esa aparente superioridad con que te dispusieron al borde del ridículo,
porque te subestimaron como un don nadie.

Desde ese momento, que habrá de cambiar tu vida,
se forjarán expresiones que te enajenen de lo dócil
y proporcionen el respeto a tu existencia singular,
que tiene la misma capacidad de ser un grandioso hombre frente a otro,
desahogando el bagaje de la conciencia
que nos tenía entumecidos en la dinámica que no prospera,
en un plano asombroso que nos tenía acomodados en la vanidad
de haber logrado lo que mezquinamente valemos por el simple hecho de participar,
sin oponerse a las ideas que jamás nos emocionaron,
repitiendo lo que dicen,
alternando en la parte postrera,
entendiendo la lógica del más fuerte,
redundando en una cobardía que nos doblegaba con facilidad
y a la cual recurríamos como mansos adormecidos en las tribulaciones,
cuando la consigna que obnubilaba hacía creer
en esa imperiosa necesidad de mirar hacia arriba,
obedeciendo en el trayecto alienaciones indecentes, inmorales, contradictorias, inadecuadas,…
asintiendo la naturalidad de la caída y el anonimato en la multitud,
aceptando que cada cosa corresponde a un propósito
y ese dogma irrefutable que encerraba cualquier espontaneidad
para un destino mesurado respecto de cada uno.

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