cuando el olvido se posicione ante los objetos incandescentes
el pequeño rostro volará en el torbellino,
me veré obligado a cegarme frotándome los ojos
estimulando en mí un relato más de melancolía,
a deambular en el mañana
fuera de lo que soy,
existiendo sin bitácora en medio de un mundo deshabitado,
abriendo los brazos bajo la lluvia
en clara señal de aceptación,
sin importar lo estrepitoso que fuera;
una gotera pronto será ese gran charco para reconocerme.
Me miro las manos y por fin entiendo
congratulaciones por llegar hasta aquí,
estoy asombrado con el resplandor al primer contacto
y, sin embargo, aún no me siento bien,
las fibras de mi corazón no calman de vibrar,
el piso donde camino está hecho de hielo,
tiento, pero la inestabilidad es como un lodo en el fondo del río
las piernas no me sostienen,
momentos imaginarios me recrudecen en la oscuridad,
pienso en todo lo que me perderé
si reincido en cometer desdén,
lo ganado rodará al primer impacto:
Un vidrio roto
mi propia vida en mil fragmentos
una fotografía desvanecida en una línea atemporal,
repetiré, sin la conciencia de estar viviendo lo mismo
los errores reiterados y mi ausencia inexplicable
cuando el sol queme a través de delirios
y la velocidad gane pulso al tocarme…,
aunque intentarlo fuera un acto de bien e inspirador
terminaré pateando el tablero
con los elementos podridos de hostilidad
mientras este mundo hecho mierda presiona mis sienes,
desearé fingir cualquier consentimiento
nada podrá anteponerse
una expresión al natural se escribirá en simultáneo,
todo lo perdido volverá a florecer un día de primavera,
no me sentiré desolado
en cuanto manifieste
en cuanto vibre de emoción
y en cuanto sienta moverme como pez en el agua.
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