lunes, diciembre 14, 2009

DIARIOS DE CONVIVENCIA, KAFKA - P.


A Franz Kafka todos los días lo he tenido en frente de una manera sigilosa, ese lapso ha sido ortodoxo y bienaventurado mientras el respeto ha sido mutuo y las pocas coincidencias que tuvimos no fueron para nada desagradables, por lo contrario, su convicción en el relato me mantuvo solidario con él, había mucho mas en entender de lo que leer significaba. Cuando Kafka era escrito lo primero era olvidarlo para continuar con la historia, no me cabía duda que todo lo que me trataba de mostrar no significaba nada en especial, era simplemente un cultivo nemotécnico de lo que faltaba adherir a su propia persona. La imposibilidad de mostrar la costumbre ordinaria en versiones de idioma le significaba un costo fútil. La intimidad siempre tenía que ser el reflejo de los ideales y no una innombrable posibilidad terrenal. Pensé que si lo consideraba imprescindible por hechos como esos y manifestaciones austeras, iba a concretar una capitulación social. 
Sin embargo los horarios flexibles en la oscuridad acondicionada a la cual él mantuvo intacta la intención literaria de no comprometer la realidad, le volvió exhausto. Los abandonos aletargados después de las jornadas interminables a la cual yo me había comprometido le volvieron apesadumbrado y sombrío, creyente de una nueva fortaleza mística fuera de serie. No había como delegar las responsabilidades inútiles para reanudar lo que no había iniciado, lo que se mantenía latente y tenso. 
Kafka muy cercano y difícilmente posible componía el orden inasistente, no puedo dejar de pensar en su pasividad para resolver el mundo, y en su prodigio anónimo y dedicado.

2 comentarios:

Vanesa You Know dijo...

Trajiste a mi mente un desafortunado gabinete de la metamorfosis, momentos en los que las ideas mandaban y deseaba que se unieran en las coordenadas del (yo estaba enojada) insecto.

No dejes pasar tanto sin novedades en tu blog, merece la pena.

Que estés bien Paolo, saludos.

Vanesa

Anónimo dijo...

Es curioso cuando la mente transforma al escritor en una ficción moldeable, como si se tratara de un libro.

Un gusto haberte leído.