sábado, octubre 22, 2011

LOGARITMO


Es implícito que la conciencia se haya tomado de una sola muestra.
Cuando el flujo de actividad cotidiana decae en niveles que afectan cualquier economía, hay una sensación de fragilidad debilitándonos en un sosiego nebuloso el compromiso de ir y venir con la intensidad de crear ese ritmo obligatorio que implica en la industria, la velocidad para construir los deseos que la necesidad esta recreando en las piezas sin movimiento que constantemente están desencajándose de alguna parte siempre inconclusa que nos sumerge en el menester de un sentido logarítmico retenido por casos fortuitos que parecen limitar la capacidad constructiva en las fases de laberintos que nos impiden prolongar la lucidez.
Sin embargo el interés es pusilánime y hay pánico por la incertidumbre de que la normalidad no vuelva a generar las expectativas imprescindibles de los capitales urbanos con el propósito de coexistir  en la diversidad de oferta y en sus categorías de prestigio.
Al flujo lo mantiene la constante instrucción que se reproduce en un estado etéreo que se hace  evidente en la deserción por inducirse a las grandes movilizaciones que en ocasiones opuestas son la batahola desencadenada en el pluralismo enésimo de combinaciones y una serie de manifestaciones sociales exactamente centralistas como si al finalizar la observación se cayera en un abismo o la razón se vea afectada si la actividad tuviera la aprensión de detenerse para dudar un instante hacia arriba.  

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