martes, febrero 07, 2017

FLASHBACK

Hace tiempo cuando el mundo era pequeño, tenía aventuras a diario, amigos indistintos a quien recurrir y compartir, lugares en dónde refugiarme de la compleja situación de ser humano, era importante en mis hechos, lucía felicidad desprendida, espontaneidad sobresaliente en medio de mi mala fortuna y mis vergüenzas habituales, era aún más optimista con dos Soles en el bolsillo; lo tenía todo, un lugarcito para sufrir y crear, para pensar e idear en silencio un mundo subjetivo que iba a ninguna parte, una vida entre láminas literales de autores foráneos que narraban densidad y apertura a horizontes desconocidos, mi vida estaba en trance literario, todo lo que necesita era quedarme allí, leyendo un libro y escribir lo que me venga a la mente como producto del estímulo lector y mi experiencia de vida. El tiempo era amplio, las discusiones de cualquier tema no cesaban, había gente que me esperaba para expresarle mi opinión y puntos de vista, caminaba mucho y pensaba en hacerme invisible diluyéndome en la sombra que desaparece con el atardecer, para luego hacerme visible en una forma cualquiera desde las sombras nocturnas, siempre manteniendo la conciencia y sobre todo la ecuanimidad para emitir juicio y vivir solo a costa mío, en un apartado de espera, asimilando el destino, no renegando del que goza de fortuna, sin desquitarme para sentirme bien. 
Extraño ese espacio sencillo de conjeturas en un rincón de la habitación, extraño el sol en las gradas, las caminatas infinitas como asumiendo una reiterada maldición que solo provocaba en mí, rebeldía para seguir a pesar de todo.

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