Me he vuelto adversario del pasado, al ayer paso por mi anatomía inmadura en horas perturbadores que mi memoria las ve ahora como primitivas.
Sin embargo decaer de vergüenza ante la villanía desconocedora que asimilamos como omnisciente. Ahora ha hecho una brecha incógnita entre las multitudes del momento viviente.
Una excavación del espacio esta libre para el retroceso solitario, como si la alternativa descansara ignorante de los ojos universales.
He sido sorprendido cuando mi disciplina del tiempo iba consolidándose en mi prospera infranqueable capellanía de mi voluntad, he sabido manejar certeramente estos estados manipuladores que me hacían débil, un vulnerable ser que se admitía en la ambigüedad de la inacción. Pero el castillo psíquico es trémulo frente a la alternativa que ahora me seduce; soy yo quien determina virar en mi premura ascendente; soy yo quien decide que si iré en contra de los niveles nutridos con las firmes decisiones.
Es una prueba para humillar al flagelo del pasado, para caminar en su campo espectral que se muestra emboscador.
En los territorios ajenos del pasado mi secuencia resistida rinde en etapas la división cabizbaja hacia el frente, hacia cualquier lugar, sin dirección que me ubique en la línea exacta del enfrentamiento. Ahora estoy preparado para lidiar y también para envejecer con mi vergüenza.
Se que me estoy desfragmentado mientras paso debajo o entre las propiedades de la flagelación que me atormenta. En este pasado que aguarda cada equivocación y cada desgracia no tiene perdón porque el pasado no cambiara nunca mas, no seguirá la evolución, la nueva era del olvido. Espera verme decapitado de voluntad en el mismo cuerpo, como si dentro se ocuparía de mi dominio sin que yo al menos me interponga.
Pero el pasado es vulnerable y se aleja cuando dejo de pensar en Mí, cuando de tanta singularidad en el lugar donde yo me vuelve mas entramado que nunca, no siento nada; nada sostenible que supere mi indiferencia, esta lejanía de la conciencia.
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