sábado, febrero 27, 2010

CONFESIONES DE RESISTENCIA


Cuando el ruido era grotesco
aparecían golpes e insinuaciones del odio,
murmuraciones y atropellos injustificados,
desprecios
indiferencias
y actitudes cretinas,
de las cuales destiladas en la sangre
me ha contribuida a la herencia;
he seguido como siempre
oyéndome desde mis propios sentimientos,
el cálido resguardo de lo que debiera ser feliz
enmudecido de satisfacción, aspirante del estupendo oficio.

He tratado dejar de aparecerme
por si fuera mucho,
entre las recreaciones versátiles
del hombre maduro y el niño mágico;
sabía elegir cual era la providencia del movimiento,
atender al toque de queda unos minutos antes,
correr atravesando las paredes maldiciendo la ciencia
tropezando por dignidades,
perdiendo lágrimas por la ingenuidad de los idilios.
No sabía que hacer al alejarme
pero he seguido mas allá
soportando con mi claridad
modos vulgares y obligaciones de vicio.
Era contento dentro de lo que no había
en el espacio cualquiera
con emociones extrañas.
Podría haber puesto espejos para ocultar la precariedad
que me hacía un agujero de tensiones.
Habría procurado no saber
para entender poco
y adiestrarme en la técnica,
empero al bordear hacia la capacidad
vuelvo obligado a ese silencio continuo de la resignación.

Deambulo prolífico muy debajo de la visibilidad
Adquiriendo fuerza, comprendiendo en actitud centinela
Como suena el mundo
Como se siente en la oscuridad el tránsito causal
Y como se ve la naturaleza del orden y la perspectiva del sentido.

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