miércoles, abril 29, 2020

BAJAR LA INTENSIDAD


Jugar con la imaginación es una parte importante cuando la idea es tergiversar. Insisto en evocar retratos melancólicos que no existen más que en mi memoria, como la fatiga de un desconocido cuando baja la vista y se dedica a visualizar el espejismo inteligente de otras vidas en constante expresión. 
Tratar de olvidar, extenuación ante los hechos, el sudor expandiéndose, lamentos reincidiendo en cuestión de someter, dedicaciones para soñar en perspectiva de resignación, intenciones sinceras desapercibidas hasta rendirse de manos y consumirse la luz de fondo. 
Cada una de las virtudes las colecciono por un mundo predilecto y cuando las cosas no andan bien, pienso en todo ello, en medio de discusiones y miradas horizontales. Es imposible que el sol al atardecer me pueda alterar. El fuego desaparece del enfoque…

Para bajar la intensidad
una toma mayúscula en modo convencional
Caminar abatido en tiempo cenizo
sobre la tierra arenosa que sepulta las
últimas ilusiones;
horas de sentir desconcierto,
de perder ante las evidencias,
de caer y llorar hasta desgastarse de dramatismo
y avanzar con los brazos cruzados demostrando mea culpa.

El dolor me ha tocado a mí,
vivo como en una condena.
A lo lejos veo aproximarse
sombras defectuosas, 
relámpagos memoriosos levantando muros invisibles
que no permiten tocar más deseos perdidos.

Siento olvidar mi vida 
por cosas insignificantes,
por el consuelo de tener aire fresco entrando por mi ventana
y el agua manando de mis venas
después de distraer el sentido,
vocalizar enlaces comunes,
asentir a pesar de todo,
traducir en cada punto
orgullo por sencillez, 
intensidad por cabeza fría.

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