jueves, abril 09, 2020

ES DISTINTO CUANDO ALGO ANDA MAL


Ver no significa todo, a simple deducción cada noche transcurre sin novedad, es la misma distribución pictórica de la noche anterior. 
Puedo haber creído, como otros al igual que yo, un momento y lugar oportuno para celebrar estar presente y percibir el cero como también el infinito del gran espectro inmóvil que motiva en nosotros asombro y nos hace sentir insignificantes. Esta vez no, el tiempo se renueva, la mente se aburre de lo mismo y la predisposición a pensar exige cambios, formas distintas de conocer y apreciar las cosas. Ahora mismo necesito explicar y reformular los hechos que son a la vista evidentes. Y ese es el fondo del asunto, me cansé de la evidencia, del asombro, de las reflexiones que traducen filosofías existenciales cuando estoy bajo la influencia de la climatología de otoño, invierno, primavera y verano, cuando todo luce despejado y es un espectáculo estático tintineante que me puede hacer imaginar algunas cosas y otras veces un manto húmedo dilatando vapor, goteos, silbidos suaves, aullidos prolongados y alguna que otra especulación enigmática. Lo cierto es que nada notable acontece, nada extraordinario aparece, nada increíble se desprende o algo fantástico se traslada. Solo tengo el recuerdo de haber visto una oleada de fuego alentada por ventarrones estruendosos en la silueta nocturna de los cerros, nada más que eso, todas las noches fueron ordinarias, calcos con errores o adiciones mínimas que apenas si daban la impresión de ser un día o noche distintas. Si no existiera una guía como el calendario digital o analógico y la determinación del tiempo como magnitud física para medir hechos trascendentales o no trascendentales, alguien que habría perdido las facultades humanas, no notaría que día es hoy y si realmente es importante meditar la diferencia entre luz y sombras y las limitaciones que esto significa en el rotativo completo de veinticuatro horas terrestres para el orden biológico o mental, sino que se dejaría a las etapas de la edad de la Tierra, no lo sé, o posiblemente a los periodos de hechos destacados en la biografía de un hombre, como también en razón colectiva, al estudio del deterioro monumental, de la desfragmentación de bloques continentales, de la degeneración multitudinaria, de los fenómenos geológicos o los efectos del cambio climático, que de un tiempo a esta parte nos mueve a experimentar una atención específica y a la vez preocupante en ese espacio para cualquiera que no es un tiempo registrado.  

¿Es mi capacidad de pericia o mi capacidad de percibir el mundo, a partir de mi propia experiencia, una barrera blindada que no permite acceder a conocimientos vedados por una exigencia creciente en mi laberinto?
La realidad te confina a aceptar incidentes menores, sin nada más por resaltar, solo ilusionismo en un escenario perfecto hecho de creaciones impresionantes e inalcanzables, de la cual puedo ser a veces un testigo especial que trata con acertijos y visiones pretenciosas que pronto caen en saco vacío, como si esto ya se supiera. Sin embargo, hay procesos encausados en este mismo instante, materia que absorbe el agua, insectos trasladándose, aullidos de animales que nunca descansan y están alerta a cada movimiento, corrientes de aire frígido entrecruzándose en una quebrada, composiciones de heladas en charcos, en grietas…, vegetales brotando como un milagro, plantas bellas desprendiendo hojas de colores, otras renaciendo de la hojarasca, indistintos seres vivos renovándose y algunas en plena metamorfosis a la luz de la Luna, regimientos de animales minúsculos haciendo o deshaciendo un ecosistema, humedad que va perjudicando las construcciones, agua bajando por desembocaduras artificiales y naturales, elementos filtrándose hasta potenciar capas, hasta crear circuitos de inmersión, hasta cristalizarse en composiciones que serán el bienestar de alguien o algo y asentarse en un punto común, donde todas las corrientes subterráneas coinciden en distribución, en dar a cada quien la proporción conveniente de materia  para seguir viviendo, continúe su desarrollo y el de una nueva existencia, o la desperdicie intencionalmente en otros subprocesos de unidades orgánicas imperceptibles al ojo humano.

Lo cierto es que el vapor al levantarse no crea criaturas nocturnas con intenciones de andadura y atormentar a los soñadores, a quienes deambulan sin saber dónde ir, a quienes permanecen despiertos por alguna actividad sospechosa, a los frenéticos que comparten su libertad hasta perder conciencia  de los hechos y son sorprendidos por el albor del amanecer encima de sus pensamientos y la percepción confusa de la noche anterior, de sucesos fantasmagóricos sin más explicación que una botella vacía transparentando deformidad en el vidrio.

Nada nos sorprende desde arriba, 
nada sobrenatural emerge del suelo,
nada se desprende después de un interminable aguacero,
solo la tragedia por fijación a un orden correlativo 
y la irresponsabilidad humana.
Nada espectacular muestra una transformación
en esa bisectriz de penumbra,
en la intensa humedad
y el agudo silencio.

Apenas si puedo respirar
revoluciones de ciclos imperceptibles.
Nunca vi hombres gigantes en terrenos desérticos
o mantos incoloros de espectros
levitando mientras era poseído por escalofríos,
nunca la evidencia de ectoplasma en un ambiente de lucidez,
nunca vi sustancia fantasmal
 propagar sus argumentos de horror
o desosegando al hombre de ciudad.

Del tamaño microscópico o de existencia etérea posiblemente sea la única condición para conocer algo fuera de este mundo que no sea evidente.

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