¿Qué somos finalmente?
Una prueba en vacío que divierte con ocurrencias y decisiones convencionales. Cada esfuerzo totalitario por dar el siguiente paso y comprender cuando se va realizando hechos que por un instante dieron la intención de llevare nuestra vida por un reflejo mal dado es la vulnerabilidad a la cual cegamos los ojos, nadie puede aspirar a salirse del inmenso laberinto como condena y mirar nuestras circunstancias desde una visión más lúcida, no es posible alcanzar a ver sin desconocer nuestro individualismo absolutamente imprescindible.
Hay una división evidente, es simple pero ignorada, nuestros deseos son sueños devastados que lucen incompletos entre la incoherencia de palabras y muestras febriles de amor para caer en un hoyo complementario. Por razones de intercambio mutuo, el hombre olvida pronto, se sacude sin quererlo por abrazar un espacio permanente, la luz se hace diagonal, el faro se apaga, lo conseguido se hecha a la deriva, el polvo se posa en cada cosa y elemento construido y la materia se deja desentrañar, pronto se trasluce, se hace invisible, si alguna vez existió, fue una causa perdida desde el momento mismo de su creación, si darnos cuenta la fortaleza de todo lo creado para tener sentido se va haciendo más holgada, fuimos construcciones tupidas, también las hicimos como imagen y semejanza, y la vulnerabilidad del instante, la incredulidad para distanciarnos de estudios válidos, de certeza universal, nos someten en caída libre, esa asignatura pierde prioridad, por consecuencia el vaso quedará sin agua, cuando el líquido de la inmortalidad se ausente al fin y la superficie nos haga sentir nostalgia, nos encogeremos de extremidades y las capacidades únicas de seres vivos pensantes serán reemplazadas por prótesis y automatismos, una caja de programación rigurosa en una jornada rígida para el esfuerzo, ganancia y la inercia inevitable del ciclo de la vida, un casillero cerrado para la interpretación racional en el oscuro narcisismo de una vida personal que es el mundo desconocido por el cual la vida entera se encarga por hacernos explorar como si todavía fuésemos una pieza singular que dice y hace cosas genuinas.
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