jueves, enero 17, 2013

ATROFISMOS XV: APOLOGÍA AL BLINDAJE



Invadido por idiomas extranjeros, por signos, símbolos, híbridos, mecanismos gestudos de relación y confidencia, y demás pragmatismos resolutorios, ahondando la agudeza del sistema efímero.

Lo más apartado posible de la realidad, contradiciendo al entorno, abreviando las acciones ciudadanas para que sigan el camino de su naturaleza, hasta no acordarse de nada.

Una salida es la mano que labora como cualquier instrumento inteligente paralela a la consciencia que lo domina todo. Otra mano discurre las alternativas de estipulación, tantea y explica el argumento discreto con ademanes firmes.

El período de la ambigüedad pierde costa. Me olvidé de cómo iba corrigiendo posturas en actos descontinuados de días y noches.

Velocidad sin bloqueo. Una acción conduce a otra. Puedo ver, hablar, escuchar, palpar, sentir y pensar con las piezas  del entorno saturado, con los movimientos ensimismando las nuevas tareas requeridas por un conjunto de miopes dedicados al analfabetismo.

Las corrientes de aire deprimente fluyen por los cuerpos garabateados al reduccionismo de la espera en el pasillo. Estar de pie o estar sentado sigue siendo a mi parecer la diferencia entre la liberación de un individualismo prudente, y el populismo que continúa con el desperdicio de su tiempo personal incitando a protocolos subjetivos, al acomodo de la deformidad que crea una gran pausa ante la reflexión.

No debería oír los mensajes reaccionarios. En el mundo significa más el hecho consumado que todo el imaginario anterior o que la explicación desviada por opciones empíricas debidas a la inconformidad [notas de la abertura y el margen de cicatriz…].

Temo involucrarme a paso didáctico y favorecer por altruismo. Ninguna otra forma más verosímil y semejante que la auténtica visibilidad sin horizontes pretenciosos. La imagen se desvanecerá con el adiós, porque siendo temporal cada ser humano expresado al deber, una rutina adicional será para el siguiente, el siguiente y el que no dejará de existir aunque sea renovado en nimiedades.

Tildes y conformidad para el profesional contemporáneo, innato por una destreza nutrida en el panorama de aventuras expresadas con su estilo y marcadas con el desparpajo del bufón picaresco.

Los demás pasan sin trascendencia, pertenecen al noticiero o al paisaje de artilugios cotidianos que del auto no conmocionan. Ellos se mueven con cuidado, ubicando la sintonía, demuestran educación de autoayuda, puntuación retórica para acentuarse de orgullo. Cuando de pronto, por descuido sobresalen las sombras encubiertas por la hipocresía y el cinismo.

Acto final.

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