miércoles, enero 09, 2013

FASCINACIÓN POR LO DESCONOCIDO


El exordio causal:

Después de dos años de frecuentarnos, jamás pregunté por su nombre, lo cual me parecía innecesario, no obstante luego de haber transcurrido un breve tiempo desde su partida, la curiosidad por saber a profundidad cuál era su identidad, me originaba una ansiedad que no podía aliviar con ninguna otra cosa que signifique conseguir algo suyo en ese camino que se hacía más y más complejo para descubrirlo y saber quién era realmente, después de que dedicáramos charlas, ideales y anécdotas los fines de semana en los pasillos y el empedrado de ese grandioso Complejo Natural de Artes y Libros, que la Municipalidad inauguró con el beneplácito de autoridades y personajes del entorno local.
El valor monumental del complejo arquitectónico para la creación, invitaba a las discusiones y debates de profundo empirismo, porque la lucidez nos devenía de ese ambiente grato. No nos preocupaba más que interesarse por las materias que tocaban nuestra vocación; era como escapar del lunes a viernes hacia la dimensión de la consciencia los fines de semana. No había exigencias que atender, coyunturas críticas de que preocuparse, personas y situaciones que nos sometan a algún peligro, en todo se había pensado cuando idearon aquel lugar, y en todas las acciones pasivas y activas demostrábamos una cualidad previa de pensamiento, que no hacía más que constituirse en una creación venida del aire para tomarla con satisfacción.
Y poco a poco después de conciliar diferentes personalidades y sobretodo puntos de vista confrontados, los senderos de la creatividad y otros muchos que la cultura nos aguardaba, provocaba coincidencias ocasionales entre las ideas lanzadas a la densidad de ese pergamino en que se había convertido el Complejo Natural.
Fue así como descubrí en mis reflexiones más agudas, los archivos causales de los que tomaba buena cuenta desde un decenio atrás. En ese punto, cuando estuve divagando en la correlación habitual que las suscitaba, en como procedían en el ahora momentáneo y, a qué contexto conducían después de culminar su inadvertido proceso […], apareció de pronto la opinión de alguien que no se mostraba con claridad,  sino que me exponía sus argumentos de soslayo, dirigiéndose al exterior, hacia donde termina por diluirse nuestra incertidumbre con respecto al misterio de la existencia.
Evidenciar mis conceptos en un precipicio de dudas y nociones de realismo, me motivaba a que siguiera insistiendo en que las discusiones no debieran acabarse, después de haber sintetizado un historial con todas las variables inclusivas de este ritmo ignoto, combinando trayectorias y números, elementos superfluos de imagen y alternancia disociada, fortuitos eventos emotivos, hechos y clima para construir una idea experimental que simule el proyecto metafísico de las coincidencias por los paralelos del desconocimiento.
Abordamos creer cada fin de semana en una consecuencia que cada uno por su parte llevaría a cabo, induciendo a cada elemento una salida real para su desenlace, evidentemente concretando imprevistos que terminen por descubrir la representación de estas innovaciones existenciales. Nos propusimos incidir en el error, generar las causas con imágenes intrascendentes, con sonidos desapercibidos que apenas si se pudieran entender o tomarse en cuenta, nos propusimos también mantener la distancia apropiada con el objeto de esclarecer ambientalmente el fenómeno, anotar las secuencias, fijarnos en la revoluciones, en el proceso del cambio y en el adormecimiento de la costumbre. No había razón para controlar un horario, nuestra consecuencia innovadora y práctica, que resulte en un efecto preeminente o trivial, no importaba, tenía por objetivo utilizar la sinrazón de la presencia para contemplar un aparente absurdo que nos lleve al sentido de las coordenadas, después de darle importancia a lo desconocido, acercar lo disímil y crear ese corolario que lo he venido denominando como: Causalidad Universal.

En esos planes la ocupación del tiempo los fines de semana se hacían exiguos, y así sin tomarlo en consideración transcurrieron dos años contenidos en la memoria y en el computador, en la ficción de esos microcosmos generacionales que siempre nos conducían a la profundidad del desconocimiento. Por eso nuestros diálogos quedaban inconclusos, nosotros creíamos en una prohibición etérea en medio, cierta extrañeza buscaba la distracción en la belleza del paisaje, en la pureza del entorno, en la soledad de hondonadas que cobijaban nuestros deseos que se veían amenazados por la rudeza de un mismo plano. Las sospechas eran constantes, pero pudo más nuestro ánimo de componer con la capacidad de la inteligencia un mundo evidente que se mostraba para nosotros, que nos desviaba hacia una fascinación por lo desconocido.

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