sábado, diciembre 29, 2007

DEBAJO DE LA LUZ / UNDER


Y qué si no levanto la vista y en cambio veo debajo de las direcciones en que van todas las miradas, soslayándose en un terreno virgen porque ya no se que mirar ni de que forma hacerlo, cuando cada cosa o situación tiene ya un observador. El alto trafico visual esta congestionado, nadie quiere ceder, todos quieren confrontar, prevalecer antes que el otro o dominar porque el dominio da superioridad e inspira respeto. Originariamente qué animales somos. 

Nadie quiere ser débil, nadie quiere perder, nadie quiere parecer disminuido en las escalas bajas de la otra mitad, sin embargo hay quienes miran hacia adentro y es una manera de desentenderse de esta competencia, también es una opción, pero es la salida más cobarde que deja rastro de nada.

Yo he optado por "perder”, en inclinar mi cabeza en un ángulo de cincuenta y cinco grados, buscar lo que no existe entre lo que no tiene argumentos con que intimidar. Hay mucho más que ver y mil direcciones para imaginar.

Estoy fatigado de pertenecer a un tiraje absurdo, de sacar la cabeza a la luz y moverme entre la estrecha convivencia de los que lo ocupan todo. No tiene sentido ganar cuando el premio es solo una motivación interior y un corte longitudinal del paisaje. Solo uno se antepone y eso significa todo. Realmente qué miserias nos divide.

Por lo tanto siempre estoy perdiendo, me fascina perder en esa idea, me encanta ceder en ese duelo para que les satisfaga creer que hay seres inferiores que han vencido, y que pueden vencer seguido, que pueden pisotear a su santa gana. Realmente qué villanos somos.

Hay quienes solo vencen aquí, y que mas da dejarlos ganar cuando se sabe que son unos pobres infelices que no tienen la actitud valiente para la vida, que mas da entregarles este espacio y toda esta amplitud de dominio saturada, para que salgan nuevamente a la cruda realidad con las agallas suficientes. Tengo consciencia de querer ser un objeto. 

Hay mucho mas que ver abajo que arriba, y uno se siente como invisible para los demás. El invisible lo ve todo, lo entiende todo y explora en lo inédito porque no hay limites que respetar, ni cálculos en que desperdiciarse, ni cuerpos antepuestos, ni miradas que me intenten desaparecer.

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