jueves, agosto 30, 2007

EROTIC POEM


Consentimos un contraste de nuestros cuerpos,
Cuando toman inconsciencia de sus deseos,
Vamos desnudándonos
Entre el claroscuro
De las contemplaciones adormecidas.
En tu piel me deslizo
Como la lluvia que te transitó un día de lluvia en la azotea,
Mis manos se liberan
Y tus manos inútilmente me prohíben.

No obstante ya cedieron
Con atrevimiento y permiso
Los velos de la vergüenza
En los intervalos de las exhalaciones que se suceden con los instantes.

Ahora somos como un tallado helénico
Fundidos de las formas geométricas,
Sobre la comodidad de nuestro acto,
Confundidos de sexos en la alucinación de los ensayos de satisfacción,
Besándonos sin reglas,
Tocándonos como con punzadas
A la carne que se sobresalta de deleite.

Nuestros cuerpos están como indefensos,
como inermes
Al dominio de cualquiera,
Sin embargo esa idea nos seduce en la hipocresía e ironía,
Nos complace perder la naturaleza,
Ser poseídos por el mal en esta paradoja de placer,
Adentrarnos en la corteza de lo ardiente
y calcinarnos de pasión ininterrumpida.

Somos actores de la escena erótica
Y nos aproximamos al desprecio de lo espontáneo
en el cuadro insuperable del amor extrovertido.

Parece que ahora el tiempo ha cesado,
La sordidez del silencio ha enmudecido,
la turbia atmósfera nos ha envuelto en su sopor luctuoso,
y esa toma de nuestra seducción se ha vuelto
preciso en cada elemento.
La ciudad es serena y curiosa
la noche entra por el tragaluz que toca el cielo.

Nuestros cuerpos se sosiegan por instantes,
nos reconocemos intermitentemente pero sin menciones,
parece que pactamos en un dialecto divino
el paso final de nuestro desborde de ansiedad.
Las sabanas se despejan entonces
nuestros cuerpos poseídos se dilatan en la oscuridad
y ante la complicidad de la habitación ‘animada’
respiramos de ese libido exorbitante
en la vestigios del cálido sudor de la comunión.

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