«No entres dócilmente en esa buena noche. / enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz». Dylan Thomas
sábado, diciembre 29, 2007
DEBAJO DE LA LUZ / UNDER
INVENTO DEL ORIGEN
No solo somos imperfectos también somos un perchero de una moda inadecuada hecha de cualquier materia,cubiertos de retazos puestos en nuestros cuerpos decadentes .
Somos imperfectos, un molde desgarbado,y el destino del ensayo mundano.
Nuestros cuerpos ya no son de carne y hueso , ni el final parece de barro. Estamos compuestos de un botadero mundial de procedencia extraña.
Las personas mientras siguen una a una ,mientras no se detienen colman la templanza y la tolerancia de los que no siguen .
Solo han evolucionado las hormonas.
Ahora somos seres vivientes inventos de alguna fórmula inversa.
¿Qué forma teníamos antes?
Caminando desnudos con los ojos sellados de nada ,
con la imaginación estéril mutilada de alzar el vuelo,
movimientos artísticos desenvolviéndose entre la presión irreal,
el ideal vaivén de lo mas próximo a lo perfecto...
viernes, diciembre 28, 2007
UNA MÁSCARA I
viernes, diciembre 21, 2007
NERUDA 1971: UN MUNDO CONMOVIDO POR LA POESÍA
viernes, diciembre 14, 2007
UNA VEREDA PUEDE MODIFICAR LA IDEA DE VIVIR
miércoles, diciembre 12, 2007
GABINETE DE ADVIENTO
martes, diciembre 11, 2007
PREMONICIÓN SUB LUCTUOSA
TRAFICANTE INTELECTUAL
ENTENDIMIENTO: ALEJO CARPENTIER
domingo, diciembre 09, 2007
DESMATERIALIZACIÓN CONSCIENTE
viernes, diciembre 07, 2007
PREDILECCIÓN: JORGE LUIS BORGES en ESCENA
J.M. COETZEE LECTOR
Los mecanismos internos (Inner Workings), del Premio Nobel sudafricano J.M. Coetzee, reúne los ensayos sobre obras y autores que durante la primera mitad de esta década publicó -sobre todo en las páginas de
Jorge Luis Borges -a quien dedica Coetzee un ensayo minucioso y lúcido en un volumen anterior, Costas extrañas- escribió, en el prólogo a su Historia universal de la infamia: "A veces creo que los buenos lectores son cisnes aún más tenebrosos y singulares que los buenos autores". Todavía más excepcional, se diría, es la especie de quienes, como Borges y Coetzee, saben conjugar la creación artística con el ejercicio de la crítica: "críticos practicantes" llamaba el poeta T.S. Eliot (que fue, sin duda, uno de ellos) a escritores de ese orden.
A Italo Svevo, cuya novela La conciencia de Zeno ganó nombradía y lectores gracias al solidario entusiasmo de James Joyce, se consagra el primer artículo de Los mecanismos internos. El modo de operación del ensayista se revela, ejemplarmente, en ese texto inaugural: el bosquejo biográfico de un autor se engarza con la exposición de sus obras. ¿Es que los hechos de la vida explican el sentido de la escritura? Coetzee -que, en Infancia y Juventud, ha usado la tercera persona para contar su autobiografía- cree más bien lo contrario. En su visión, el autor existe en (y por) sus textos, pero esa existencia sería imposible e impensable sin la realidad biológica e histórica. Así, el escritor convive con su ser de carne y hueso: es él mismo y es su doble. La literatura, por otra parte, no refleja a la época, sino que la revela. Vale la pena notar que Italo Svevo -es decir, "Italo el suavo"- fue el seudónimo tras el cual se encubrió Aron Hector Schmitz. Zeno, el neurótico e irónico narrador de la obra maestra de Svevo, desmenuza su vida en busca del secreto de su carácter y, en ese proceso, sugiere que la enfermedad que lo aqueja es intelectual y moral: "La dolencia de la que Zeno quiere y no quiere curarse es a la larga nada menos que el 'mal del siglo' de la propia Europa; tanto La conciencia de Zeno como la teoría freudiana son respuestas a esa crisis de la civilización".
EUROPA CENTRAL: EL MALESTAR EN
El malestar en la cultura tomaría una forma apocalíptica con los horrores de la primera y la segunda guerras mundiales. En ninguna parte se sintió tan agudamente ese malestar como en
De la nómina anterior, solo Kafka no figura entre los autores a los que Coetzee dedica ensayos íntegros en Los mecanismos internos, aunque a él se refiere en un pasaje del artículo sobre Robert Walser, el autor de Jakob von Gunten. Apunta Coetzee que "Barnabás y Jeremías, los asistentes que demoníacamente estorban al agrimensor K. en El castillo , tienen en Jakob a su prototipo". En todo caso, sobre Kafka trata uno de los ensayos de Costas extrañas y la presencia del autor de "La colonia penitenciaria" se insinúa al trasluz en una de las mejores novelas de Coetzee, Esperando a los bárbaros, esa perturbadora alegoría distópica en la que un sensato magistrado es sometido, en los confines de un fantasmagórico Imperio, a los extremos de la humillación y el dolor por los esbirros de un poder paranoico.
A las ficciones de Coetzee las distingue el examen -a la vez clínico y lírico- de la barbarie que el orden civilizado alberga. Algo similar puede decirse de Las tribulaciones del estudiante Törless(1906), de Musil, que Coetzee reseña con excepcional agudeza y en la cual ve "la figura del artista en los tiempos modernos, que visita las costas más remotas de la experiencia y trae, al retornar, su crónica". Otra visión de la responsabilidad ética del escritor se presenta en el ensayo sobre W.G. Sebald. Ahí, en el análisis de Austerlitz (2001), que juzga la novela más ambiciosa de su autor, señala que " tras el héroe erudito de Sebald, tan fuera de lugar a fines del siglo XX, rondan varios maestros difuntos de los últimos años de
En la asamblea imaginaria de Los mecanismos internos, los idiomas mayoritarios son el alemán y el inglés: entre los dos, congregan a dieciséis de los veintiún autores. El italiano, el polaco, el húngaro, el holandés, el francés (por Samuel Beckett, que fue extraterritorial y bilingüe) y el castellano completan el censo de las lenguas. Coetzee lee los libros en el idioma original, salvo en los casos del polaco (en el cual escribió Bruno Schulz los admirables cuentos de Las tiendas de color de canela y Sanatorio a la hora de la clepsidra) y el húngaro (la lengua del prolífico Sándor Márai, cuya fama póstuma se debe sobre todo a El último encuentro).
Es recién luego de la primera mitad del volumen que aparecen los escritores de la comarca lingüística de Coetzee: Graham Greene, Samuel Beckett, Walt Whitman, William Faulkner, Saul Bellow, Arthur Miller, Nadine Gordimer, V. S. Naipaul y Philip Roth. Los textos tienden en esta parte a ser más breves y puntuales, sin que por eso sean desdeñables. Por ejemplo, son brillantes las reseñas de Brighton Rock, de Graham Greene, y de El hombre en suspenso y La víctima, las dos novelas tempranas de Saul Bellow. El artículo más polémico, sin duda, es el que dedica a La conjura contra América, la novela distópica y contrafáctica de Philip Roth.
Coetzee no deja de reconocer los méritos de Roth -que es, acaso, el más importante y creativo de los novelistas americanos en actividad-, pero le reprocha no haber sacado las consecuencias de la premisa de su ficción, en la que el narrador-personaje Philip Roth recuerda las vicisitudes que él y su familia vivieron, entre 1941 y 1942, bajo el régimen antisemita y pronazi de Charles Lindbergh.
Obviamente, en la vida real no hubo tal gobierno, pero ¿no tendría Roth que haber considerado, en el orbe paralelo de la trama, cómo esos dos años fantasmales dejan su trazo traumático en la siquis de los personajes? La pregunta es válida, como es también válida e interesante la hipótesis según la cual Gabriel García Márquez no sólo evoca al Kawabata de La casa de las bellas durmientes en su Memoria de mis putas tristes, sino que en su nouvelle de 2004 revisita -y, en buena cuenta, rectifica- el episodio de la desdichada relación entre el anciano Florentino Ariza y la púber América Vicuña en El amor en los tiempos del cólera.
Eruditas y sagaces, las inquisiciones de J.M. Coetzee demuestran que, en su expresión más alta, la crítica es un modo de interrogación, esclarecimiento y diálogo. Ni menores ni efímeros, los ensayos de Los mecanismos internos confirman que Coetzee es un interlocutor imprescindible.
diciembre 2 de 2007(Comercio/Perú)
martes, diciembre 04, 2007
SERES DE UNA PARADOJA
Dejamos de existir en una paradoja,
perdidos en esa incongruencia están nuestras protestas
nuestras revoluciones ideales, encubadas en nuestra memoria ,
la causa cualquiera
se ha extirpado con el toxico tiempo presente.
Somos pocos, fuimos muchos,
decaídos en un rango de invidencia
estamos obligados a enmudecer
apenas cuando somos visibles ante el mundo.
Estamos seducidos y endulzados
en contenedores de entretenimientos e innovación
en los confines de las necesidades frívolas, visiones vulgares,
estamos siendo engañados por el facilismo de la disposición mas próxima,
estamos dejando de existir en una paradoja mas
en un día sin fecha mitológico
a la hora indefinida del antihorario,
estamos alimentado las barrigas industriales de los magnates
estamos uniéndonos al circuito maldito del sacrificio-compra-fidelidad-y cláusula sin recesión.
Estamos marchando en contra nuestra,
estamos partiendo de la paradoja ,del punto perdido en el tiempo de nuestras memorias
para pisotearnos las miserias
para odiarnos con los ojos canibalescos,
para creernos esclavos eternos,
para morir sabiendo nuestro infortunio...
Estamos dando vueltas,
desde nuestra paradoja,
estamos haciendo la antihistoria de nuestra juventud lucida,
ya no estamos cambiando el mundo,
se inhalan aires sin alivio,
lentamente decaemos fatigados en la vereda de sus pasos
y parece que nos resignamos
perdemos conciencia
y nos ensombrece la parábola de su fin.
jueves, noviembre 22, 2007
Neruda, el P Á J A R O
(Pablo Insulidae nigra)
Me llamo pájaro Pablo,
ave de una sola pluma,
volador de sombra clara
y de realidad confusa,
las alas no se me ven,
los oídos me retumban
cuando paso entre los árboles
o debajo de las tumbas
cual un funesto paraguas
o como una espada desnuda,
estirado como un arco
o redondo como una uva,
vuelo y vuelo sin saber,
herido en la noche oscura,
quiénes me van a esperar,
quienes no quieren mi canto,
quienes me quieren morir,
quienes no saben que llego
y no vendrán a vencerme,
a sangrarme, a retorcerme
o a besar mi traje roto
por el silbido del viento.
Por eso vuelvo y me voy,
vuelo y no vuelo pero canto:
soy el pájaro furioso
de la tempestad tranquila.
Pablo Neruda publicó en 1967 Arte de pájaros, libro-joya para bibliófilos. De gran formato y edición limitada, Arte de pájaros (conocido por muy pocos en nuestro medio) presenta con ingenio, poesía y humor una sección dedicada a los Pajarintos, que son aquellos hermosos, orgullosos, misteriosos y siempre huidizos pájaros chilenos, la otra sección a los Pajarantes, que son dos con los cuales es imposible equivocarse: El Pájaro Ella y El Pájaro yo, este último que aquí publicamos y motiva esta nota.