sábado, enero 14, 2012

APARENTESIS


En un tiempo imprevisto,
cuando la ciudad este agotada por combinaciones rutinarias
(soportes en el equilibrio de cada destino…),
se abrirá un vacío absoluto en las acciones comunes (como si las paradojas fueran decretos…),
y ciertamente (de procedencia natural conveniente…) se restaurarán las buenas intenciones de quienes las poseen,
y se valorará las acciones impetuosas (que parecían encadenarse frívolamente…)
por quienes todavía padeciendo endebles a la fortuita desventura que los hizo sombríos,
obtendrán la gratificación diferente,
como el aprecio usufructo de las presencias desapercibidas
que se desviaban en la vanidad ampulosa (distorsión en grandes rótulos de aspecto trivial…)
que reina en todos los extremos de la Tierra.

Conocerán la certeza (el abyecto interminable que germino la negación…)
como la apertura deslumbrante que enmienda
las acciones vehementes del albedrío,
que son motivadas por artimañas sin escrúpulos,
de quienes extienden su simpatía (costumbres cínicas de ascendencia voluble),
difíciles de contrarrestar, ni meditar en el espacio sugestivo
que a diario se ornamentaba de detalles subliminales (excusas decorativas que hacen más compleja la insignificancia existencial…),
solamente verosímiles cuando los juicios se obsesionan por abolir,
a costa de cualquier precio absurdo (inmoralmente popular…),
las opiniones inalterables para convencer en el desasosiego
esas grandes ausencias que padecemos,
y las pocas intenciones destruidas con el desánimo ( porque al margen de la influencia está el abismo…) ,
luego de comprobar que un impulso propiciado
por una fuerza desconocida,
no puede normalizarse como una adicción ordinaria
por encajar emocionalmente en la decepción taciturna
de excepciones sucesivas que parecen hundir en la convicción
-cada vez más errada-,
de estar a la sombra para comparecer de cuerpo entero
ante la intimidante reflexión
que no somos dignos de nada;
por eso huimos imaginando persecuciones sin causa,
harto frenéticas que nos esperan desobedeciendo (tormento cuantioso del principio…)
con algunas razones que surgen causalmente,
cuando se hace extraño sostener el silencio de contradicciones y arrepentimientos
por ese alivio oportuno en el intervalo donde el desprecio ahoga
y nos obstruye entender expresiones que aguardan tramas
siniestros, afectivos, angustias, deleites, incertidumbres, congojas, sigilos, culpas,  sufrimientos…, que pueden acabarnos en la resignación
o no servirán para reinventarnos como cada día (experiencia que irá corrigiendo…)
en la estructura de un destino que el tiempo imprevisto
habrá creado como el único camino hacia la verdad.

martes, enero 10, 2012

Lector Cautivo : ARTHUR KOESTLER


LOS CONVOCADOS *THE CALL-GIRLS

Extracto:
Nikolai experimentó la misma sensación de flotación y éxtasis que en muy raras ocasiones experimentaba cuando, estando al piano, su propia identidad se extinguía y se disolvía como una gota en el océano. Había descubierto que la música, la más íntima de las experiencias, estaba con los astros a través de las abstractas leyes matemáticas. De acuerdo con los historiadores griegos, el matrimonio se había verificado cuando Pitágoras paseaba por su isla natal de Samos y se detuvo ante el taller de un herrero. Observando los sudorosos cuerpos que trabajaban, advirtió súbitamente que cada barra de hierro, cuando era golpeada por un mazo, emitía un sonido distinto; que el tono de cada sonido dependía de la longitud de la barra; y que si se golpeaban simultáneamente dos barras de hierro, la íntima calidad sensual del acorde resultante dependía de la proporción entre sus longitudes. La octava, la quinta, la tercera mayor y menor, cada una de ellas poseía un color y una sensación distinta; pero dicha sensación dependía enteramente de simples relaciones matemáticas. Fue un descubrimiento crucial: el primer paso hacia la matematización de la experiencia humana.
¿Pero no era humillante reducir las emociones humanas a un juego de números? Siempre lo había creído así; ahora descubrió que para los pitagóricos y los platónicos, ello no constituía una humillación sino un ennoblecimiento. Las matemáticas y la geometría eran búsquedas etéreas que  se servían de la forma pura, las proporciones y las reglas, no de la tosca materia; eran ideas incorpóreas que se prestaban a profundas percepciones y a deleitables juegos. El enigma del universo se hallaba oculto en la danza de los números reflejada en los movimientos de los cuerpos celestes y en las melodías que Orfeo interpretaba en la lira. Los pitagóricos habían sido adoradores del misterioso culto órfico, pero habían proporcionado a éste una nueva dimensión: consideraban las formas geométricas y las relaciones matemáticas como el misterio último, y el estudio de las mismas como la más elevada forma de adoración, la auténtica purificación órfica. La divinidad se expresaba por medio de los números.


*En un simposio científico en Suiza, los asistentes tratan sobre los diversos temas que la humanidad esta propiciando y requiere, y los argumentos explícitos para discutir cómo se pueden solucionar los problemas que aquejan al hombre; y como cambiará y se recombinarán las prácticas teóricas que la ciencia lúcidamente ha podido sustentar en propuestas aparentemente controversiales y desde luego erráticas, que a la actualidad han conseguido desarrollarse, pero que sin embargo en ese evento iban cayendo en dificultades y discrepancias, lo que finalmente concluyó en que estas conversaciones, diálogos e ideas se mantengan en reserva por la estupidez de algunos asistentes, y quizá por el poco optimismo que Arthur desde esta ingeniosa novela le depara al futuro del hombre, incluso desde la óptica científica que probablemente se erige como el instrumento que como hemos visto está cambiando nuestro tipo de vida, pero no necesariamente para restarle inconvenientes y hacerla mucho mejor, sino para ahondar en sus inquietudes e ilusiones que parecen indefinidas.

miércoles, enero 04, 2012

PROLETARIO (Jornadas Memorables)


Pienso en la importancia de los propósitos,
cuando contemplo los paisajes escalofriantes
que nos esconden parte del cuerpo desmejorado
en las ruinas de un territorio que acababa exangüe,
como nosotros,
después de habernos abnegado plenamente bajo condiciones inclementes
en la tragedia humilde,
de esa misma tradición que parece formar parte inherente
de los que estuvieron antes y los vendrán después.

Nos avergüenza el hablar de las experiencias difíciles,
de recrear siquiera lo que afrontamos a diario
por las secuelas de la desorganización,
como la informalidad en esa fiebre anarquista,
y el atropello por conseguir lo mismo en miles de ingeniosas y genuinas formas
dentro de un espacio abrupto, ilimitado,
que se fue haciendo más holgado;
con esa grisácea apariencia de los que visten y sienten melancolía,
cuando se superan emulando realidades sofisticadas de la otra orilla,
y en donde caen derrotados después de tribulaciones reincidentes,
porque siguen enmudeciendo dolor y sacrificio
a costa de esas esperanzas dosificadas,
que se hacen ideales en el transcurso amotinado
de esas vidas que todavía parecen estremecerse
con la sonoridad romántica de un tiempo más generoso,
que eventualmente exterioriza a manera de un carnaval,
los desahogos, expresiones y tributos hacia esa condición natural
que en algún momento tenía la capacidad suficiente y reconocida
para reinventarse desde la ignorancia
y lograr el albedrío de decidir realmente lo que se quiere,
y cuanto sentido tienen los propósitos para seguir o declinar.