martes, junio 25, 2013

DIATRIBA


Discutir sobre el cascarón residual

significará una tediosa reseña de argumentos intrínsecos
que no prosperarán en coincidencias irrefutables,
porque en el nivel de las conjeturas
nunca resulta ecuánime comentar lo que en esencia aparece,
perderemos criterios meticulosos por divagaciones imprecisas que,
parecerán persuadir hasta el ensordecimiento
por incontables razones singulares
que desde su certidumbre maniaca
estarán forzando a un discernir fortuito,
atestado de contemplar excepciones y paridades
cuando todos los significados valgan triviales rasgos
que terminen conformando
alguna prueba elocuente por encima de todas;
como la invención en el debate enfático hecho ya subjetivo,
cuando se da el pretexto del orgullo -por resolución personal-,
y cuando la impostación de la soberbia se impone al concluir la obra crítica,
como suele ocurrir con los articulistas.
Seguirán discurriendo autonomías superficiales
adyacente a los medios sofisticados de enunciados,
por lo que ninguno querrá ceder al convencimiento
de fijaciones exhaustivas de persuasión,
en el tornasolado proceso beneficioso con fines de lucro
en las ambigüedades sesgadas
provocadoras del estallido público calumnioso y de necedad
mientras una ausencia de piso se prolonga hacia todos.
Las oportunidades de acción que edifican la grandeza tangible
están esperando a que las discusiones acaben,
están esperando a que las minucias y anécdotas
no sean protagonistas
cuando se requiere urgente,
mano de obra y sensatez.
No se puede vivir a cuenta gotas
acomodándose en la diatriba,
seducido en el atropello demagogo
que sirve para escudarse del verdadero esfuerzo
y del verdadero talento.
No escapemos a las obligaciones de sacrificio y recorrido,
porque en la acumulación de frivolidades,
nos haremos profundamente convencidos de la crítica
como medio de supremacía.

miércoles, junio 19, 2013

ESCENARIO DE DIMENSIONES EXPERIMENTALES II


Escenario dío

Entonces el experimento se forzó, los cálculos anteriores hubieran podido ser centesimales pero la animación empírica luego de innumerables desordenes en las categorías asociables desbordo la paciencia y concluyó en la intervención material del flujo invisible. Cabe nombrar las tempestades irreales que vulneraban la incertidumbre de las pruebas, las tempestades reales que parecían humedecer el contexto físico, todo compulsivo, asociando al clímax del fenómeno ese temor que causaba la tempestad, más éste que no afectaba el flujo que se disponía a la intemperie. Fenómeno raro entonces, luego de intervenir y crear esa explosión magnética, la característica eléctrica con esa tempestad incesante jamás se vio intervenida, menos se inicio una explosión. 

Vale decir por estas curiosas reacciones que las materias intrusas en los flujos de los contextos interiores -asimilación de símbolos profundos- no fueron de una química nada parecida, el espacio que contiene el proceso diferente a objeto que lo interviene tiene que ser compatible en la circunstancia de la noción. El empirismo basado en la revelación de una memoria no puede acometer una compatibilidad implosiva, donde las reacciones se suceden y pasan a menudo por los canales inalámbricos que suelen ser no vistos cuando el miedo a las turbulencias aleja toda observación y cuando la situación no es una probabilidad constructiva sino una consecuencia  delirante de las corrientes alegóricas.

Fin de escenario dos.

ESCENARIO DE DIMENSIONES EXPERIMENTALES


Escenario  ena
 

Era en un tiempo clasificado donde la duración de la tierra en un día pertenecía a las anécdotas miserables de trayectos acostumbrados iniciados desde el origen ausente. No había sentido formal, solo la concatenación de las costumbres atribuidas en las historias que ya se habían hecho maduras por el correr de las generaciones de la misma corriente. No solo se adecuaba al estilo común, era algo más domestico o algo más alcanzable sin las dudas propuestas por otras inquietudes exóticas; en ese entonces misterios de distancia cuando la pluma ascendía y el mineral hacia vertientes singulares como el elemento equis diagramado bajo las tutelas de desenvueltas formas de las perspectiva.
La vida era otra porque ni el mismo ahora es igual, era otra en el ángulo de la conformación y de la interrelación de los procesos y de lo inorgánico. Esa constancia siempre evidenciaba claridad a pesar de las impertinencias del infortunio, como desorden el constructivismo permitía otra consecuencia, alternativa en fin con razones de estadística. Era cuestión de esperar por así decirlo, las palabras blandas y tan elegantes siempre sofisticando y haciendo comedia de la cruda realidad, nada era mejor que hacerlo sin ni siquiera advertir alguna probabilidad de diferencia con el habla que posteriormente llegase al formalismo.
De esta manera el patio se había vuelto el escenario de las turbulencias, el escalofrió, las conmociones, los experimentos inadvertidos. Los que miraban eran los que podían verlo sin sentir angustia y molestia alguna, los que abajo se entorpecían explorando hacia la atracción el secreto de algunos misterios de noches ambiguas y menciones de advertencia se encargaban de salvaguardar la independencia precaria en la aldea que los obligaba a una conformación social con medios inconclusos y patrones defectuosos, casi desmemoriados, consintiendo silvestremente en las buenas intenciones dotadas por voluntades alimentadas  en diferentes estados de registros anteriores. Como si todo fuera flujo en niveles desacertados, había fuerzas en simultáneo que se propagaban en interacciones invisibles cuando la normalidad perpetuaba una secuencia nostálgica y cuando las turbulencias alejaban cualquier presencia de sus demostraciones físicas. En las ideas como era típico la metafísica en convivencia era una cuestión que gustaba por ser de categoría de redundancias absolutas solo de tendencia abstracta hacia la adquisición, como las comuniones oníricas y el estado insomne del conocimiento.   

Fin de escenario uno.

viernes, junio 07, 2013

AUSENCIA DE VIDA


¿Y dónde se encuentran todos?

El centralismo en el encantamiento urbano está atomizando la carga esencial sobre el mismo eje cotidiano reiterado en millones de flujos que se articulan.
Las grandes novedades que buscamos son anécdota transitoria. Esa historia no cuenta, es un paso enseguida hacia la insensibilidad de no tomar en consideración las páginas que piden auxilio, las personas separadas por un desconocimiento irracional, las historias corrientes que marcan el sustrato de la experiencia cuando los objetos se deterioran como la voluntad erosionada por afluencias etéreas.
Las hojas siguen redactándose solas por el impulso mecánico de esa desidia que se prolonga en simultaneo, como esos muchos que se han olvidado de vivir, y que encaminan su desperdicio mediante espejismos improductivos, donde el tiempo no figura como una pieza de advertencia, sino está encubierto, porque sin darse cuenta, mañana, en pleno clima incierto del devenir, posiblemente sea muy tarde para entender, que nos hemos consumido en la metafísica multitudinaria del siglo XXI.


El párrafo gótico lo rememora de la forma que sigue en ésta secuencia:

Fíjate como el viento fluctúa en ese pequeño bosque de eucaliptos,
es evidente que insinúa las cavidades para un escondite,
pero no hay nadie para adentrarse.
Por eso lo he intentado varias veces
traspasando las aventuras de los años de inocencia
mientras los arboles envejecían
y la hierba se hacía dócil hasta desentrañar
el horror de solapados deseos malditos de reivindicación
porque la ausencia me dejó extraviado en medio de esa vida.