Las paginas siguen abiertas en el misterio de la medianoche, sigo en ese momento recordando la humildad que es una obsesión, las voces de ayer, los gritos que todavía no puedo reconocer cuando el sonido del agua distorsionaba la melancolía, la angustia de la noche que era un túnel que nos conducía como ahora a las sensaciones de grandeza después de voltear las páginas de los autores que habían sufrido la falta de recompensa después de triunfar en días tétricos gracias al esfuerzo de la inteligencia por recrear la creatividad cuando el sol ya no lo permitía y la carencia obligaba al recurso de la voluntad.
Me he desencantado de la comodidad y el éxito del poder
por eso cierro los ojos y descanso para no querer nada
para volver reiteradamente por los espejos que siguen conservando las penumbras
hacia esas otras posiciones que parecen postales del drama
que apenas nos descubría los rostros
para contentarnos ciegamente.
