¿Y dónde se encuentran todos?
El centralismo en el
encantamiento urbano está atomizando la carga esencial sobre el mismo eje
cotidiano reiterado en millones de flujos que se articulan.
Las grandes novedades que
buscamos son anécdota transitoria. Esa historia no cuenta, es un paso enseguida
hacia la insensibilidad de no tomar en consideración las páginas que piden
auxilio, las personas separadas por un desconocimiento irracional, las historias
corrientes que marcan el sustrato de la experiencia cuando los objetos se
deterioran como la voluntad erosionada por afluencias etéreas.
Las hojas siguen
redactándose solas por el impulso mecánico de esa desidia que se prolonga en
simultaneo, como esos muchos que se han olvidado de vivir, y que encaminan su
desperdicio mediante espejismos improductivos, donde el tiempo no figura como
una pieza de advertencia, sino está encubierto, porque sin darse cuenta,
mañana, en pleno clima incierto del devenir, posiblemente sea muy tarde para
entender, que nos hemos consumido en la metafísica multitudinaria del siglo
XXI.
El párrafo gótico lo
rememora de la forma que sigue en ésta secuencia:
Fíjate como el viento
fluctúa en ese pequeño bosque de eucaliptos,
es evidente que insinúa las
cavidades para un escondite,
pero no hay nadie para
adentrarse.
Por eso lo he intentado
varias veces
traspasando las aventuras de
los años de inocencia
mientras los arboles
envejecían
y la hierba se hacía dócil
hasta desentrañar
el horror de solapados
deseos malditos de reivindicación
porque la ausencia me dejó
extraviado en medio de esa vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario