No es voluntad el diseño de cada voluntad,
ni menospreciar se hace obligatorio –aunque sea esto parte de esa templanza-
porque derive en una idea parcial en el buen síntoma del ingenio,
no por cuestiones que me confundan, escriba creyendo en la posibilidad de esa entonación desesperada.
La intensidad me consume (licencias del yo renegado),
grandes significados aguardo para un día especial,
mi voluntad es causa constante de precipitaciones que albergo, -que están conectadas a esos inventos autosufientes-
que se han fundido desde antes,
y que han atropellado la ambigüedad -del que quiere ser visible-,
la abundante melancolía, -no tendría el valor para hacer mención-
las razones típicas que fueron generaciones al otro lado de la letra -en el lugar del habla corrompida-
el sentido asocial -con los miedos contiguos y las manos extrañas-
el acuerdo anticuado de los colores vivos y los vestuarios cobrizos
de la plaza decadente -esa de los gritos y los irremediables-
y de los vicios de aceptación cuando se va amaneciendo entre la bandera oprimida.
Por ignorar la creencias y predominar en el impulso,
he cometido correcciones inapropiadas -que gran bien me han hecho-,
costos de torpeza desde el oriente,
esfuerzos antihorarios en los lugares vacíos de Espíritu,
con las palabras hundidas en el sufragio del mito,
haciendo necedades por otros,
cumpliendo el favor a oscuras –oyendo lo que pasa-,
correspondiendo a la vida siempre insatisfecha
y a esas apariencias:
imágenes perpetuas, conocimientos extraviados.