Estuve mirando hacia adentro -en el
desconocimiento expresivo-
como aceptando en la guarnición anónima
una condición profunda de ambigüedades envolventes,
premurosas en reanudar la estimulación reflexiva
de continuas desviaciones abyectas -consecución inicua-
y sensaciones prolongadas de imágenes incompletas
centellando destruidas en el ingenio apocalíptico
que sigue restringiendo la obra ordinaria de la
mentalidad opuesta,
cediendo en el ocaso – como en cada epílogo -
imprescindibles sextemas clandestinos
revolucionando
conscientemente,
a medida
que la luz sigue apagándose
y la desorientación se estabiliza en un deseo
equivocado
de formalidades en el proceso competente, al pie de
la letra.
En esta contraofensiva me dedico a sostener
diatribas
que no me asienten en iconos controversiales de
canon visible
dejándome en
evidencia populista,
y que ahogue el frenesí de subversiones efervescentes
en la calidad introspectiva urgente en divagar por
iluminaciones,
como los bocetos
increíbles de un arte causal
organizado en escenarios de amplio conocimiento
centralista,
porque en la permanencia de la lógica inmutable
la realidad trasluce vulnerando con su naturalidad
de obstinación – desquebrajada-
ese acercamiento a la exposición del temperamento
intrépido
que parecía abolirse por consecuencia sórdida,
en la calamidad que asomaba por el tiempo transcurrido
de las virtudes
cada vez más imperceptibles,
sin el eco ilimitado impulsado por la acción
diferente
porque la luz dejó de ser apropiada – discreción -,
el estruendo social –que se acompleja en
trivialidades- enfermizo
y las circunstancias normales
un tormento de coincidencia numérica
que ahora puedo conocer en la más completa
negación.