No
puedo dejar de pensar en ella, me ha descompensado de súbito la existencia, me
tiene desequilibrado desde ese instante que me deslumbró. Aparece cada día un
momento, y cuando se aleja como un fantasma, me deja un vacío corporal y me dan
vueltas sus sensaciones de encantamiento.
Tengo
el tiempo suyo atravesando mi cuerpo y sus ojos infinitamente perfectos
desbaratando mi única fortaleza que era pensar y vivir en una simple presencia.
Camino,
respiro, creo y padezco su rastro estético en mi condición insular. Me ha
sacado hacia la luz, no tengo remedio sin ella, porque me ha dedicado muy dócil
su belleza, su amor próximo e intocable en cada paso.
Ahora
estoy en una paradoja, encerrado bajo sus intermitencias que despojaron mi
alma.
La
necesito para volverme cualquiera que juega a su alrededor y le sonríe
alucinando alguna vez poder deslizar mis manos en ese rostro impecable y poder
besarla, como si de eso dependiera regresar una vez más a la vida.
Vuelve
mañana, vuelve siempre, estoy dispuesto a todo si me miras una vez más, porque le responderé con todo lo que mi corazón viene aguardando para ti.