I
Hace tiempo resisto estas sensaciones de expresar lo que
siento. Ir murmurando íntimamente el odio puro y la insatisfacción grande. Me
apago para no decir la verdad, mi verdad, mi maldita verdad de los hechos, de
lo que me inspira a definir como perfectos idiotas felices los que han creado
un espejismo de realidades sin saber por qué.
Mientras sigo entre vorágines de desconfianza delirantes,
me convenzo al reafirmar, que más vale un hombre desprendido que miles
reprimidos.
Mis manos siguen abiertas, mi corazón esta tenso —pero
dispuesto a dedicar—, mi cabeza se proyecta en tonalidades de AGRESIÓN que
balbucean retorica sombría, VIOLENCIA en estado de gracia, depresión en grado
NOCIVO y bastantes cosas ocultas debajo de la mesa, cuando la noche me depara en
la infelicidad, maquinaciones en la DESVIACIÓN más macabra del pensamiento.
Es tal cual, mi ritmo anormal marca un camino más sesgado
que el de la primera vez. Mis pasos no han cambiado en negativo —MAESTRO DEL ERROR—, mis reflexiones solo invocan libertad de IMAGINAR y CREAR. No
puedo hacer otra cosa más que la ambición de un futuro libre, de violencia del
ritmo y aceleración hacia el halo extremo de morir intentando la última hazaña.
Quiero conseguirlo y dejar nada, pero también quiero vivir con CUERPO y ALMA
hasta el agotamiento del último ingenio más allá de la medianoche y,
desaparecer, dejando atrás la insistencia de persecuciones ¿MENTALISTAS?, y otras del entorno, que me han cortado las
alas, que siguen disuadiendo mis sueños posibles e imposibles.
II
No alcanzar y todos se esconden en el papel de regresiones,
recuentos que aparecen ante mí, como espejos intempestivos marcados desde el
suelo.
Si, esa insistencia de volver, de ir al origen; sí, de
recrear la naturaleza del crimen, de mi crimen violento de maquinación
indecente, me tiene en el éxtasis de ser y no ser, de ir y no ir, de dejar que
pasen las cosas o tomarlas a costa de todo y fijarme en su ahora, ¡AHORA!
Quiero decir que todos son unos malparidos, eso es lo que quiero decir, en
abierto, en perfecto castellano de la calle ennegrecida, de gente ignorante que
mira en punto muerto y prosigue la competencia para obtener factores, factores
que les dará valor insignificante, irrisorio. No al poder.
Me muero por corromperme y salir desnudado cantando
libertad en contra de los parentales del mundo oasis. Mi revés es y será al
final. Pienso siempre en las riendas sueltas de mis decisiones, las que serán
vengativas al final del ciclo de la mofa. Pienso en ese momento cuando los que
se burlaron quedarán burlados en el regreso. La libertad devuelve grandes
hombres, mientras tanto me sostengo firme, deambulando en estricto para hacer el mal, quiero pecar y
demoler, anochecer y quitarme a “punto a punto” de quitarme la vida con el
frenesí del creador siniestro que juega a sentir.
Sentir para unos y para otros sonambulismos. Sentir y
acabar helado de sangre en el ojo, pero sentir para devolver sin
represiones.