El océano se extiende firme normalizado bajo las condiciones de una naturaleza atiborrada de virtudes, nadie puede contra un todo inimaginable, es lo más amplio y misterioso en los confines del universo, puedo nada más que pensar en sus mediciones y el relato inspirador en cada hombre que lo ha visto desde la peña de un acantilado donde rompen las olas y su contemplación profundamente apacible. No deja de emocionarse al ver que cada palabra que pueda mencionar o escribir no podría colmar el estudio totalitario de semejante legado continental increíblemente excitante, un inmenso laboratorio de vida que se respira desde edades que todavía conservan lucidez y rebasan en sensaciones perfectamente descritas.
Puedo vivir para siempre frente a lo que admiro sin apenas conocerlo, desde las entrañas de un remoto silencio que aguarda teorías de sus millones de años en constante evolución.
Me brota del corazón un sobresalto emotivo y también de estremecimiento, cada cosa es distinta si la siento y aunque el todo al encuadrarse mientras se mira parezca una secuencia previsible y monótona, no lo es, porque al igual que cada acción o movimiento de un ser único, existe en él un detalle, la característica propia, el sentido distintivo y también genuino para lograr percibir su manifiesto existencial con un agudo discernimiento.
Bajo la lupa del firmamento se busca respuestas y sensaciones frente a lo incierto de su presencia cada vez más diluida con la brisa que le choca al rostro y lo encoge de hombros, lo devuelve sosegado y otra vez como un nuevo ser, predispuesto a todo y con el corazón abierto frente al devenir, aunque los estruendos de las olas intimiden cualquier intento sentimental al acercarse, salte a la vista un espejismo, regresemos en el tiempo y la sumatoria de emociones se estremezcan con el piano de las memorias que nos van dejando solos a medida que deja de florecer, una estrella fugaz cruza el firmamento una noche de luna y las manos tiritan de emoción al tocarnos el semblante gélido, respirar y cerrar ese libro de historias que nunca se terminan de leer.
«...Cuando a la vista salta un espejismo azulado y, sin embargo, es la sumatoria emotiva mientras se escucha el sonido sensible y encausado goteando en sí mismo, como lluvia premeditada brotando de abajo hacia arriba…»