viernes, noviembre 15, 2024

LOS OjOS en las ENTRAÑAS


Se oye el crujir de la puerta, una presencia inesperada se hace sentir, mi corazón da sobresaltos, sin embargo, no puedo preguntar quién es, los pasos están muy próximos, el viento golpea violentamente las ventanas y la duda me asfixia entre la almohada y las sábanas… Quizá sea un vendedor y nada más, no obstante, estoy aterrado, ya no recuerdo bien cómo era vivir entre las personas.

Aquellos años olvidados, recuerdos empañados con el ir y venir de adultos y niños donde por el contrario no había espacio para el silencio, no quitaba el aliento a nadie, ahora es distinto, cada movimiento en la casa es un evento acústico de enorme curiosidad, cuando me levanta sospecha qué pueda ser, a veces suelo dar un grito preguntando a viva voz y descuelgo mi cabeza por el tragaluz y, si es de noche doy mil vueltas en todas las direcciones y recovecos con las luces apagadas, mis ojos a pesar de la penumbra pueden verlo todo en su justa dimensión como si mi andar fuera por un túnel o estuviera deambulando entre ramas en medio del bosque tal como hacen las aves nocturnas. 

No espero la visita de nadie -nunca la espero-, y las dos únicas personas que habitan aquí desayunan temprano, dan algunas vueltas de rutina, salen a su jornada de trabajo y apenas si regresan para pernoctar, un bucle, la vida desde estas condiciones es más que predecible y sin novedades, el resto del día es de una ausencia eterna y densa. De acuerdo a cada estación del año las manifestaciones naturales o la diversidad de sonidos generados por el hombre encumbra un ambiente alrededor conocido, nada puede salirse de esa armonía incomunicada entre sí, y probablemente por estas circunstancias es posible percibir hasta lo más insignificante, tal como puede ser el trajinar uniforme de insectos, la contracción de objetos de metal cuando la temperatura disminuye o por el contrario asciende, el crepitar de la materia por ser ésta una ciudad telúrica, el dilatar de la madera cuando el calor sofoca o el exceso de humedad por los aguaceros…, insignificancias o certezas que únicamente captan los sentidos en estado permanente de sobresalto, hasta los sonidos orgánicos del interior de un cuerpo humano mientras procesan la digestión de alimentos y la dispersión de tantas emociones al unísono como un impacto psicológico en transmisión multifrecuencia a cada célula viva para el estado de ánimo, infunden temor o tal vez alivio, en mí un estado de congoja, perplejidad solo por el hecho de sentir, percibirme de entre mis entrañas y apreciar la recreación ficticia de asombrosas escenas biológicas recubiertas por extensas membranas, procesos permanentes de succión, despliegues grasosos y la escalofriante circulación de sangre en una oscuridad solamente visible en la imaginación como si todo se estaría proyectando a través de un dispositivo inteligente que recorre y filma cada espacio y secuencia en el interior de las arterias como en un mundo subterráneo, un estudio minucioso para ser monitoreado con el dolor de sentirse al tocar una llaga y al contacto de masas gelatinosas entrelazadas, llegar hasta a lo más mínimo mientras el silencio se agudiza de tal forma que es posible descender involuntariamente hacia niveles donde se aprecia todo tan gigante, infinito y sobrenatural, se siente no tener un cuerpo que logre sostenerse y, entonces se experimenta el levitar como algo etéreo que apenas si conserva conciencia y la visibilidad de lo creado a través de todo cuanto se dispersa y puede traspasarse entre celdas infinitesimales por debajo de algo que va alejándose y se acrecienta mientras se puede ver a partir de una superficie que no tiene firmeza, dando vueltas, girando en la nada, perdiendo los sentidos y recobrándolos al primer indicio de un insignificante eco que se expande y cesa pronto, desaparece como una luz cegadora y se interna en las sombras del crepúsculo cercano a la muerte cuando se está convaleciente o simplemente no se es más que la presencia microscópica que naufraga vagabunda por un mundo de vivos en permanente estallido de expresiones y emociones que jamás cesarán y que todos pueden tolerar y convivir en la modulación exacta con que se fue creado a imagen y semejanza.

Medianoche del doce de noviembre
 del segundo milenio.

lunes, noviembre 04, 2024

CAUSALiDAD COMO FUENTE de iNTRiGA


Cuento los minutos y nada coincide,
renuncio a percibir secuencias monótonas de bajo espectro
y, sin embargo, alguien o algo captura mi curiosidad,
pierdo ese momento único y etéreo,
lo estoy lamentando, me mortifica,
me tiendo al piso junto a mi sombra
vuelvo a asumir el caos sobre mí
— le temo a roles paranoicos cuando se apoderan y subyugan — 
me imagino como un ser dotado de un anonimato sombrío
caminando cabizbajo en el horizonte del mundo
con el sol abrasador demoliendo los escombros de mi moral
y una mugrienta bandera desteñida por años de insolación
un estudio inútil junto a libros en barricada
de aquellos elaborados con las manos de porquería
y el cuerpo pegajoso
que no me atrevo a tirar al basurero.
Se confinan mis decisiones a un lastre de agonía
siento que el reflejo de cada objeto me secciona el semblante…
Por qué no giré a la izquierda
y contar un número menos
respirar un instante para contener la idea 
y esperar el encendido de esa chispa perspicaz
que interpreta, enlaza y da sentido 
a un hecho en valor, un nombre extraño, 
una situación inverosímil,
en un solo impacto monoaural
o tal vez, en una expresión indefinida
algo breve pero convincente.

¿Qué será lo más intrigante?
¿Ver o ser visto?
Intentaré usar un moño rojo
y hacer notorio mi defecto patológico 
tal cual mi naturaleza 
como manual ordinario que las causas populares
debieran imitar.

No moveré nada
fingiré estar perplejo.
desde ahora soy el más noble e ingenuo,
mi voz se apelmaza
me quebranto de emociones,
soñaré ser el delirio de las mayorías 
inyectándome un líquido directo a mi materia gris.

Me sacuden intenciones lúgubres,
fantasías de crueldad
deseos reales arrancados con vísceras y protuberancias
para desencajarme al fin
remover mi sosiego 
y obstaculizar el menor intento pretencioso.
Yo no existo más
tengo la misma edad
vivo en el cotidiano de una rutina que me hace ilusionar conciencia,
sueños y paradojas realistas se fusionan
ya no sé qué es tener frío
sin necesidad de expresar palabras para sentir,
un mundo al otro lado de un muro alto, 
numerado y estadísticamente viable
en el imaginario de un extenso papel diáfano
unos cuantos años más
una luna más próxima
una autopista debajo de políticas de escombro
de magma y amnesia selectiva.

sábado, noviembre 02, 2024

ViDA PERSONAL & UNA CAJA SiN SALiDA

¿Qué somos al final del día?
Una prueba en vacío que divierte con ocurrencias y decisiones convencionales. Cada esfuerzo totalitario por dar el siguiente paso y entendimiento cuando se van realizando hechos que por un instante dieron la intención de llevarse nuestra vida por un reflejo mal dado, es una muestra de vulnerabilidad a la cual nos cegamos, nadie puede aspirar a salirse del inmenso laberinto condenatorio y contemplar nuestras circunstancias desde una visión lúcida, no es posible desentrañar sin desconocer nuestro individualismo absolutamente imprescindible. 
Existe una división obvia, es simple pero se ignora, nuestros deseos son sueños devastados que lucen incompletos entre la incoherencia de palabras y muestras febriles de amor que pronto caen en un hoyo recíproco. Por razones de intercambio mutuo, el hombre olvida pronto, se sacude sin quererlo por abrazar un espacio permanente, la luz se hace diagonal, el faro se apaga, lo conseguido se hecha a la deriva, el polvo se posa en cada cosa y elemento construido y la materia se deja a exposición, pronto se trasluce, se hace invisible, si alguna vez existió fue una causa perdida desde el momento mismo de su creación. Sin darnos cuenta, la fortaleza de todo lo creado por recrear un sentido se va tornando más holgada, fuimos construcciones tupidas, también las hicimos como un espejo en frente, y la vulnerabilidad del instante, la incredulidad para distanciarnos de estudios válidos, de certeza universal, nos someten en caída libre, esa asignatura pierde prioridad, por consecuencia el vaso quedará sin agua, cuando el líquido inmortal se ausente al fin y la superficie normalizada nos haga sentir nostalgia, nos encogeremos de extremidades y las capacidades únicas de seres vivos pensantes serán reemplazadas por prótesis y automatismos, una caja de programación rigurosa en una jornada rígida para el esfuerzo, ganancia y la inercia inevitable del ciclo de la vida, un casillero cerrado para la interpretación racional en el oculto narcisismo de una vida personal que es el mundo desconocido por el cual la vida entera se encarga por hacernos explorar como si todavía fuésemos una pieza singular que dice y hace cosas insospechadas.

viernes, noviembre 01, 2024

CUANDO ES MEJOR CALLAR Y NO TENTAR A LAS CUERDAS VOCALES

¡Cierra la maldita boca!
Un pedazo de metal cae del cielo y se clava perpendicular en el vórtice de la pérgola, a punto estuvo, si, pasó muy cerca de la imaginación, estuvo entre luz y sombra, ser y no ser. Me quito la vida o se la arrebato, es una prueba punzocortante desde el punto de vista de quien todo acepta inmóvil con palabras contemplativas y quien se niega y se revela en la acción inmediata de una decisión absoluta en plena liberta de acto, sin albergar el costo definitivo de quietud en tanto se observa el tránsito nocturno y la lista de verbos rudimentarios lanzados de una acera hacia la puerta de entrada del restaurante sofisticado que ofrece la mejor carta y es señalada como el fin último de un proceso decadente de superproducción. 
Ningún deseo reivindicativo tiene por sentido entrometerse en las circunstancias previstas, nada es posible hacer, la cura del silencio evita no levantar sospecha, en la firmeza de asimilación un instante puede transcurrir sin la mayor influencia aun cuando todo siga girando en territorio de aspavientos alegóricos cerca a cualquier mirada como el contraste místico que todo ser pensante puede percibir cuando las cosas se despejan y sobresale la marea de un charco en toda su extensión, un segmento de riel, una paradoja de hechos extraños que denotan causalidad y evidencia ante el convencionalismo, cosas vagas en permanente naufragio por aguas neutrales de inconsciencia, cuando hay un intento de adentrarse, dormir en sus profundidades y, en tanto un brazo descolgado aparece como una señal inequívoca, la exposición a la vergüenza desliza en frío una llamada de atención, entonces todo vuelva a empezar en las mismas coordenadas.
Permanecer así, en la naturaleza inorgánica que simplemente refleja la esencia minúscula de todo ser expresivo en sí mismo, por lo cual nada es más sincero que soslayarse en el transcender del tiempo contándolo desde un rincón a baja luz, con intenciones inmutables, aceptar circunstancias para no responder y estar sometido a autoculparse un largo periodo quizá de pisadas tenues y de apasionamiento débil a consecuencia de diálogos cerrados por una razón nueva, un pensamiento floreciente que tan solo interpretará lo visto con un gesto y tal vez el movimiento singular para el cual el sonido es inexistente.