Las imágenes se desploman
por ángulos inapropiados.
Es fehaciente cada evidencia en un
círculo de ocio,
refracciona ideales
hasta convertirlos en ordinarias formas
de desear
bajo condiciones sugestivas.
Los recuerdos ya no cuentan
mientras siento el ensimismamiento gradual
volviendose hacia mí.
Es externo lo que me provoca un gran
interés,
ver y a la vez negar,
asistir y ser condescendiente;
no ocurrirá nada más que ir sorteando
el aspecto enrarecido que desdibujan
todavía más
los retoques forzados originados a partir
de mis sensaciones.
La realidad me arruina como a cualquiera,
me ilusiona en creaciones inmoderadas de
cinismo con ternura…
¡Hay que angustia mi color!
mi sabor de boca ya se ha tragado todas
mis protestas,
no quiero seguir mirando,
sin embargo veo para saber mi dedicación
a perder el tiempo
con sobresaltos míos en papeles de
idearios obtusos.
No es lo que creo,
maldición y maldiciones de anteojos al
mediodía,
cuentos el perforarse por miradas y
pretender al alma gemela
sus encantos provocativos en un recuento testarudo,
llevaderas por un viento corruptor de alucinaciones,
que jamás intentó refrescarme
mientras lucía el grabado genuino obtenido
en la amnesia.
Ausencia, decepción, mentira y dolor,
cronología perfecta sin titubeos de
querer a ciegas.
Perder la razón y pulverizar el registro
virtuoso
hacer coherente mis sentidos en cada
línea forzada del día
y olvidar,
sin lástima, sin remordimientos por errar
insistiendo
en la imagen perfecta de un mundo
atrapado por mi juicio.
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