Pretendo inmovilidad,
acato la cura del silencio
me mantengo inexpresivo
dotado de suspicacia sombría,
percibo hasta petrificarme
hasta entender el desenlace cronológico
de roles inmaduros y pisadas autoritarias,
acciones con razones perfectísimas
del sentido ideal impositivo
del cual me declaré enemigo público.
Oigo los pasos,
la sucesión del próspero devenir
y el decálogo añejo ridiculizado,
viendo lo que cae
hacia un trasfondo
gótico en la forma de amnesia,
diluido en una cuestión desvanecida
que ya fue el paso del tiempo.
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