Las palabras más bellas
son de pronto una sombra de imposición,
florecen alrededor de anarquía
atraviesan las buenas intenciones,
en un error,
al tropiezo,
en algo atroz irremediable,
con una mano ruin
emergiendo de la oscuridad
para someter
y hacer de la miseria una obra de admiración,
con tardes nostálgicas de bellos discursos
para el alimento del alma en agonía
para la muerte prematura y taciturna
de los ingenuos renuentes
de los ilusionados convencidos
que muy pronto arrastrarán
a los que se negaron
con un ¡alto!, el ¡nunca jamás!, el armisticio...