Un aluvión que duró doce días y once noches desbarató todos los esfuerzos de medio siglo,
nos queda llorar en el agua que corre,
nos queda un territorio arrasado, expuesto a empezar otra vez,
soñar un nacimiento lúcido
con los conocimientos en los primeros pasos;
nos queda el Hombre [a imagen y semejanza] y su gran capacidad
de mirar atrás y volver despierto,
tanteando con luz y sombra, la reinvención perfecta.
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