El crucifijo está inclinado
sobre tu pecho voluminoso.
Dios aún está vigente en las ironías.
Fui ingenuo al pensar que solo yo
encontraría un equilibrio…
Estoy convencido,
la oración se atiende,
la forma importa unos cuantos valores;
fui descubierto un tiempo después
nada menos al escucharme,
por el chasquido
al retroceder en los pasos,
por el entreacto ,
cuando olvidaba y subestimé inconsciencia.
Ahuyentar esta reflexión del débil
con el desprestigio esencial doctrinario,
afectándome en implícito el sistema nervioso.
Me tiendo amordazado
sobre su voluntad húmeda,
cuando voltea a verme
no existe discreción
estamos en todos los rincones
cometiendo actos y fisgoneando desde,
negando pero deseando más.
El sol cae y las reflexiones son un punto muerto,
nos precisamos en cosas mundanas
y luego, volver a ser creyentes.
En instantes seré un ser furtivo
de líneas negras
holgado delirante
socavando en los ‘defectos’;
Dios aún está vigente en las ironías.
Parpadeamos y nos dejamos al infinito,
cada vez más frágil,
perdiendo la memoria,
sediento como el indigente de boqueras
sosegado en un laberinto de persecución,
propenso a callar y dejarme a la inconciencia,
aletargado y minucioso
ávido de pasiones extrañas que me hagan reavivar
antiguos deseos de historias incompletas;
pero Dios aún está vigente en las ironías.
No encuentro razón para detenerme
bajo la luz (en el entramado)
recuerdo y toco
nada me puede hacer abdicar,
mi mente está sometida,
divago
no pienso,
intento esconderme,
nos escondemos en una añoranza oscura
retratada en la primera cita
la cual me encargué de negar
y ahora es el secreto de un atrio platónico
del tiempo en retrospectiva,
como un espiral hacia mí,
frágil entre muros
y con el piso mostrando el crucifijo
que después de nosotros
cedió hasta dejarnos expuestos.
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