Como cada libro que suelo leer de José Antonio Marina, una exposición erudita de la historia, apreciaciones personales, citas oportunas y más enlaces relevantes para argumentar con más sustento cada etapa del Cristianismo. Un libro escueto pero vital de lectura gratificante, sin desdeñar el objeto del estudio y con la imparcialidad explícita para cada capítulo.
He tomado nota de algo que he considerado resaltar y trascribirlo aquí:
"...Amar no es
sentimiento, sino acción, una acción creadora de lo bueno. Cuando se dice en
las Escrituras que Dios es amor, no se están refiriendo a un corazón derretido,
sino a un comportamiento amoroso, a una actividad. Si a los físicos les costó
reconocer que la materia es energía, a los creyentes les puede costar también
pensar que Dios es una acción, porque tenemos un pensamiento sustancialista. A
los filósofos antiguos les resultaba también difícil hablar de la actividad de
Dios, porque consideraban que el movimiento
es una imperfección. Quien se mueve demuestra que no lo tiene todo, que precisa
de algo, lo cual les parecía poco divino. Dios tenía que ser un motor inmóvil.
Jesús en cambio, dijo: «Mi padre obra siempre. » El «modelo moral» del
cristianismo se basa en esta afirmación..."
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