Se
abren paso las intimidantes revelaciones
que
parecían confinadas hasta el exterminio totalitario.
Se
desgarran del oprobio esclareciendo sustanciales seres de utopía,
provenientes
de tiempos remotos y de un solo lugar,
originado
en el inframundo de éste preciso suelo
(El
que hemos creado a imagen y semejanza)
totalmente
expuesto al sufrimiento calamitoso,
que
nadie ha podido ver a lo largo de las tribulaciones (sin meditar en el dolor);
porque
los temporales siguieron trasladando la historia
hacia
un punto más apócrifo,
en
el cual se revertía la luz a un apocalíptico agujero sin fin,
consumando
lo que todavía estaba edificándose
sobre
la roca perentoria (el eje imaginario)
rodeada por espectros ambulantes,
inconscientes
de su misma muerte en la plenitud del día,
cuando
el universo se tornaba uniforme […]
o
en la paranoia nocturna,
cuando
cada rincón segmentaba
una
percepción escandalosa de terror,
por
los instantes de perplejidad frente a los hechos contranatura,
que
se revelaban tal cual una luz cegadora,
encendida
para encandilar e impedir
el testimonio oportuno del salvajismo voraz
de
ese extraordinario siniestro oscurantista
sobre
la genuina ciudad inmejorable,
fundada
entre las ruinas mortuorias y ensangrentadas
de
almas que habían vivido en el tormento permanente,
y
que ahora despiertan de esa proscripción maldita
en
una forma abyecta ominosa,
persuasiva
a obtener de nosotros
la
última esencia de luz auténtica,
que nos pueda devolver al despertar de una consciencia renovada.
que nos pueda devolver al despertar de una consciencia renovada.
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