miércoles, mayo 29, 2013

LOS LÍMITES INVISIBLES



No ha despertado el espiral
de insufribles noches precedentes,
el contrasentido firme de decencia
que depure en dirección verosímil
los nubarrones ennegrecidos
que siguen motivando el andar por las tinieblas.
La resistencia en un medio de calumnias
sólo fuerza temperamentos para la condena.
No se desplegará el vigor por la ofensa que obtendremos,
porque las debilidades que el cuerpo va cediendo,
se aprecian
como el simbolismo de dominio para unos
y de censura en cuanto a otros.

Las diferentes escenas que emergen
a partir de la autonomía intrínseca,
se destilan liberando rezagos timoratos
por todas las grietas carcomidas de los límites invisibles,
que el coste armónico supone sostener
a favor de esa integración disfuncional,
que sigue conservando la figura asociada
de opuestos destinos renovados,
que a cambio de sufrir -como lo hacen siempre-
están prolongando un enmascarado bienestar
que oculta una progresiva mortificación
precipitada en simulaciones aleatorias tan vitales
como cortinas abiertas hasta el extremo -del infinito y el cero-
que esclarecen el resplandor de la naturaleza por las ventanas,
cuando en el interior un grisáceo estado de sordidez
hace inviable traslucir
a seres herméticos que no pudieron ver la claridad a su debido tiempo;
por eso todavía siguen afiebrados de persecución
todavía siguen creyendo en la felicidad
por medio de objetos,
a costa de carcajadas impostadas sobre una mesa de desperdicios,
que fácilmente se disuelven
en la patética representación de los retratos.

No hay potestad de arriba
no hay obediencia de abajo,
el clima viciado ya desborda cualquier condición,
mientras los hechos corrompidos de albedrío
siguen consumándose en recurrentes oprobios
que nadie intenta detener,
porque asentir es un tránsito impasible
que no pretende levantar controversia
en estos días apáticos y de resignación
de un propósito subconsciente hacia una curiosa tolerancia
que se hace más holgada y más abstracta,
confundiéndolo todo
exteriorizando una insistencia de armonía
cuando los conflictos íntimos asoman
encausados por rebeldías e impunidades.

Ya no es posible objetar a medio camino,
porque la falta de inquietudes en la simpleza de la soledad
sigue motivando convencimientos errados
de fijación sin elemento y auxilio inmediato
para esas elecciones que cada persona necesita encubrir
por el orgullo pernicioso de insensatos juicios
que siguen encadenando un índice
donde puede ser todo posible y nada es mal visto.

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