sábado, marzo 31, 2018

ACUARIO II

La última vez insinuaste una acusación.
Yo te digo:
Somos libres de pensar de diferente manera, y no hice más nada al respecto, solo esperar a que la noche caiga y los años pesen como angustia insostenible hasta los quejidos y los delirios de niños en el jardín, personas tocando la puerta, gritos de mando y diatriba para corregir en el tugurio sórdido a la luz de la luna, por la ventana del devenir gélido de la Sierra y el amanecer después de expirar.


Sin comunicación.
El auricular descolgado.
La línea ocupada.
Trabajo como método de excusa,
 una medida para desentender y a la vez
censurar el siniestro.
Sigues pensándolo y no lo puedes comprender.

Yo te digo:
Fue muy grande lo que te provoqué y muy intenso que vinieras por mí cuando el sol bajaba sus intenciones. Ahora es un paréntesis, nunca quise unos brazos para ti, más que los míos y el calor recíproco de provocaciones. Ahora, ahora, cómo buscar si tú no estás más. El café es agua descompuesta y el cine un cuarto cerrado que proyecta recuerdos tontos que nos hacían felices en una estación perdida, en un restaurante al filo del precipicio.
Ahora hay más distancia y amnesia, lo perdimos todo y no me atrevo a recordártelo.

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