martes, diciembre 29, 2020

FREEDOM


Recordaré como efecto placebo
el alivio de sentirme libre,
con posibilidad de ir y de venir
de llorar, de gritar,
un hecho absurdo 
una decisión impulsiva
a varios kilómetros del afecto y del rencor,
con esta visibilidad traspasando cualquier barrera,
tenderme a la aventura bajo el sol
sin escondites en el tumulto de hombres
en el anonimato de ser uno más sin identidad,
cuando el cuerpo ha dejado de padecer arrebato,
cuando al fin asiente sobre mis pasos de ayer
y trasgreda el resultado acústico
de un día multiplicado por cientos,
de la misma manera que nunca lo pude pensar
de la misma forma que jamás alguien lo pudo contener,
explicándose por momentos,
el por qué 
si se supone razonable fuera de la burbuja cotidiana
cuando la ciudad duerme
y la vorágine luce suspendida como un motor apagado.
Dejaré para siempre extender una bienvenida
levantar la mano como señal de confinamiento,
negarme a ser el imbécil que arrastra también
la mentada hipocresía de diálogos y censuras
de hacer y deshacer 
para decaer tan fácil
desanimarme muy pronto,
golpear mi cabeza
y aceptar que todo lo desconoceré al instante,
cuando mis ojos apenas se abran
y sea esto lo único real,
la vida en estado perpetuo al trabajo,
el resto, 
ilusiones de dimitir,
tomar distancia en una habitación de pánico,
perder las razones en tentativas,
en la circunstancia última para cambiar aún con los años
todavía intoxicado de monotonía 
entre las luces bajas,
sobre el asfalto endurecido con mugre,
donde siquiera es posible deletrear unas palabras, 
sin detenerse para acumular aire
e ir sin meditar en las consecuencias 
por aquí, por allá,
mandando todo al carajo
así las sensaciones de angustia comiencen a contar,
como el dolor de haber sido objeto,
la sensación de cometer un crimen,
de padecer abandono a la intemperie,
y la pérdida irreparable 
de esa indistinta forma de vivir,
implícita en el acta 
de nacido vivo.

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