martes, diciembre 29, 2020

PUNTO EQUIDISTANTE


Cuando la competencia rueda como diversión,
no tengo actitud para demostrar
solo carta blanca
 y condescendencia.

Mi diagnóstico es un defecto empático
del cual me resisto a proyectar,
una historia renuente, 
poco útil si se trata de ser infalible
y que me tiene doblado en circunstancias 
propensas al encadenamiento de torpezas;
cuando ansioso
soy el punto equidistante
de manías pusilánimes 
que relucen frivolidades típicas
a la hora de respirar en el mismo espacio,
con puntos de vista en minúsculas,
formas redondeadas 
imposiciones sutiles
y mentiras absurdas,
para entender cosas y aceptar nimiedades.

Haciéndome blando
deletreo, pausa y acomodo lógica,
la idea plástica es capturar
oídos de desconocidos
bajo un narcótico de detalles,
símbolos inquisitivos, 
atribuyendo un valor sin fondo
viniendo de lo más alto,
emergiendo desde la incógnita,
tanto del que nadie pueda levantarse.
Solo me dejo llevar
y voy llevando 
hasta que el discernir vulnere cualquier materia
y las risas se convierten en burla,
de la masa,
y el elogio sea la primera reacción individual,
como un gran golpe en ambas facciones
que haga conmocionarse 
y también ocasione retornar a sus trece.


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