martes, agosto 29, 2023

EL RíO Y SUS MEMORiAS


Al atravesar un bosque de eucaliptos me encuentro con el caudal del río, me parece sorprendente haber llegado hasta aquí, todo lo que veo es el fluir constante de agua y el sonido intimidante que los rápidos hacen por las grandes rocas y las desembocaduras. Es de tarde, el sol está al otro lado de la montaña, aunque las sombras poco a poco comienzan a ganar territorio y el frio amenaza con agudizarse, poco me importa si se aproxima la noche y me encuentra sin abrigo, solo quiero despejar la mente y olvidarme del mundo. Las horas tirado en la hierba fresca sintiendo la calidez de la brisa ribereña es la mejor terapia de sosiego luego de una interminable semana desvelado en preocupaciones y circunstancias, como si de pesadumbre estuviera condicionada la tranquilidad del vivir, nunca falta una sorpresa desagradable y hasta trágica cuando uno menos lo tiene en cuenta, siempre pensé que era yo, quien posiblemente arrastro un vestigio de maldición, o alguien a mi alrededor o quizá todos, no se puede completar largos periodos de felicidad, hay días que le temo al sonido de la puerta de la calle ¿quién será esta vez, a qué vendrá si yo no espero a nadie…?, es por eso que huyo, desaparezco sin dejar ningún aviso, necesito deambular, despertar mi conciencia, hacer algo inesperado o arrancarme de la rutina y sus consecuencias. Me dejo caer en el césped junto a la orilla, a ver el firmamento y las pequeñas luces renaciendo en ese vasto confín, a contemplar cómo transcurre todo, la naturaleza, insectos, peces, aves, criaturas insospechadas, presencias ocultas que exclaman existencia en donde no se puede ver, y esos seres fantásticos de los que personas y libros cuentan desde tiempos muy remotos.
Recostado aquí, olvido todo lo que me aqueja, me gusta imaginar, lo hago con placer, me deleita pensar con el estímulo de sentirme rodeado de vegetación y ensimismado por misterios de arbustos, trayectorias matemáticas que hacen algunos insectos, y las pequeñas penumbras escondidas desde donde parecen surgir extrañas presencias que no hacen más que mirarme y tratar de captar mi atención como un juego de reconocimiento tímido. Tanto el hombre como las criaturas que habitan estos lugares nos extrañamos de vernos y a la vez nos tememos de mostrarnos tal y como somos, por eso la clandestinidad y el silencio. 
Unos minutos después, luego de tanto cansancio, termino perdiendo todo de vista, me hecho a dormir y muy pronto empiezo a soñar en un futuro inverosímil, como si fuera este mismo lugar, pero apreciado desde una percepción delirante, tórrida y dramática. Lo que creo es que la mente lo que hace es rememorar el pasado, volver al mismo instante en que este lugar se fue colmando de seres vivos, cauces de agua y curiosas formaciones que ahora representan la mejor hospitalidad para ese hombre que escapa de la ciudad donde todo es ensordecedor, hostil, frenético y peligroso por hechos insignificantes. 
Sin embargo, no se puede estar aquí por siempre, entiendo que debo marcharme, este espejismo de bienestar se romperá como un cristal a la primera aflicción, hay un mar de lamentaciones y melancolías en el interior de nuestro ser. Cada uno de nosotros lo sabe y aunque sea así, tampoco es motivo para afligirse pensando que las cosas maravillosas duran un pequeño espacio de tiempo, se vive y punto, desconociendo que la luz cesará y la oscuridad nos perseguirá hasta que estemos a salvo en nuestros hogares, el hombre no puede querer vivir en la felicidad de la ribera de un río creyendo que el sol jamás se esconderá en el horizonte, hay muchas cosas increíblemente maravillosas que solo se pueden apreciar y sentir para no intentar “vivirlas dentro de ellas”, ese exterior de abundancia fértil que vigoriza nuestro espíritu y nos renueva para seguir en la rutina, es como una secuencia de apariencias que finalmente se convierten en el mobiliario perfecto mientras nuestro planeta gire en la misma medida que el hombre la conserve y la proteja. Algún día los sentimientos no podrán encontrar esta pasividad, los ojos no podrán ver cómo la naturaleza interactúa solo para el placer de quien pueda emocionarse. Estoy seguro que alguien pensó y sintió lo mismo que yo como ahora, atravesó los eucaliptos, sospechó de presencias sigilosas saliendo de oscuros recovecos, creyó divisar miradas que solo un sentido extrasensorial puede reconocer y que, empero, son parte de la especulación dubitativa cuando se está caminando solo y con tantas cosas en la cabeza. 
Quizá el tiempo sea un sendero de muchas ramificaciones que desembocan en un mismo bosque de piedras, de cemento o de vegetación. Llego a este lugar, lo aprecio y me pongo cómodo, pienso y trato de reponerme, alguien también lo hizo antes y es muy probable que ahora mismo también me esté viendo fantasmal al otro lado de la orilla sintiendo y haciendo lo mismo en este instante. Cada ser humano podrá tener una existencia única y sentirse lo más genuino que su mente le pueda proyectar, no obstante, las variantes entre uno y otro de este presente y el pasado o muy bien de un futuro inmediato, son detalles mínimos, no todos los seres humanos unos a otros, incluso ni siendo un familiar más cercano se los conoce plenamente, en aspecto quizá pero jamás en sentimientos, cada ser vivo finalmente es un misterio, y para saberse racional y con las facultades mentales en su justa medida es una materia infinita de hechos que deben coincidir y darse de manera equilibrada y circunstancial. Si algo no coincide, si algo deja de ser, si no hacemos tal cosa, si ignoramos por completo que el instante es un producto final de una vida totalitaria demasiado elaborada, entonces, estoy seguro que estamos dejando de existir, bien puede ser en cuerpo o tal vez en sustancia (alma). Una idea de esto es cuando se sueña, al soñar he sentido que soy alguien distinto, quizá pueda ser yo con mis torpezas y virtudes, pero el cuerpo que tengo al soñar no lo reconozco, estoy incompleto o me falto algo por hacer para lograr vivir con la lucidez con que se vive extraordinariamente al sentarme a la orilla del río y emocionarme con todo lo que puedo ver y sentir a mi alrededor. El andar es un mecanismo de pleno funcionamiento, si se corre es un éxito, quiere decir que todo en nosotros anda bien; si dos personas se enfrentan por razones distintas, pero con intenciones similares para hacerse el peor daño, es voluntad y autonomía y, si al final del enfrentamiento el ganador tiende la mano al caído entonces surge la indulgencia como sapiencia elevada. Nadie más interviene, una nueva luz se ha encendido, la nada se convierte en oscuridad, todo lo que se diga o se haga tendrá un sentido poderoso que trasciende en dimensiones desconocidas y tiempos diferentes.


No hay comentarios.: