lunes, junio 10, 2024

UN NECiO EN ESTADO DEMeNCiAL, CUAL DeSOLADO


Cuantiosas son las condiciones para retratar la iniciativa 
y también la locura.
Es madrugada, despierto, me siento muy bien
 soy sensato mientras reflexiono
mi situación es lúcida,
avanzan las horas,
los tránsitos de implicancias habituales comienzan a impacientarme
se regulan prioridades, aunque se siguen sumando ideas,
todos los niveles se reanudan en una nueva línea de meditación:
fuera esto, no lo necesito, me importa, adelante éste…,
la intensidad se hace líquida,
estoy olvidando el principio
mermo en sensibilidad
y pronto soy necio al hacer,
me retraigo al reconocerme.
Alguien está parado en frente mío 
debo ser yo a partir del absurdo
lo contemplo de pies a cabeza unos segundos
y sucede un dilema existencial
como si dos mundos colisionaran,
comprendo todo, pero lo niego,
la incógnita del valor es como un semiconductor en los pensamientos 
–si es que los hay para todos
felizmente nadie aún puede leerme.

La expresión desmesurada de un hombre puede oírse a los lejos
la gente lo señala como demente,
sin embargo, puede notarse la exaltación hipócrita
cuando los ojos de aquel hombre
 en disposición inquisitiva, confrontan,
es un error aceptable y lo sabemos muy bien
estamos incluidos como piezas en un juego de sociedad
una fracción de un todo irónicamente incoloro,
que se sostiene, se une, se necesita
y tranza en una dimensión homogénea,
el tiempo en perspectiva de una curvatura 
y coincidencia en elementos distantes. 

Se aviva el fuego del hemisferio sombrío
como sintiéndose singularmente maniático
cruzado de brazos a un paso del estanque que solo él puede ver,
esperando a que los presentes dejen de fijarse
y callen al fin en el encantamiento de la inconsciencia,
cual ser desolado, necio, demencial oculto en sí mismo
en tanto pisotea insectos que invaden y cruzan líneas rojas,
organismos hostiles en su memoria,
presionado a padecimientos como acciones de mando,
técnicas aleatorias de flashback con intención emocional  
un ciclo interminable, también de parálisis 
reunido de palabrería incoherente y sugestiva
confinando cada acción a un péndulo perturbador,
un mundo interior progresivamente difuso, 
un peldaño menos en la escala de luminosidad
en la existencia reducida a un laberinto 
con puntos de partida definidos,
y con rutas de arte sugestivo, instrumento de distracción, 
hasta encontrar la puerta final 
bordes de escapatoria como límites para salirse del camino
perder la cordura en acciones sin lógica
desmoronarse en calidad de objetos obsoletos
sujetos despersonalizados por el oleaje, la decadencia, el sufrir…,
quienes podrán en plenitud de anarquía psíquica,
exhortar su altavoz de sandeces en albedrío,
elucubrar lo que se les ocurra con teorías místicas 
para dirimir un presagio, por lo general apocalíptico,
señalar un testigo, cualquier transeúnte o sombra en la pared,
renombrar una ciencia con explicaciones metafísicas,
escupir sinceridades punzantes
pintarse el cuerpo entero de verdades como mandamientos, etc.,
los cuales necesitamos anular cuanto antes, 
desmerecer con juicios instantáneos 
y el sarcasmo del sabio versado
debido a la razón que nos rodea
una edad perfecta, presencia, entendimiento 
y últimamente una manifiesta paleta de colores 
dotada de sentimientos mutuos.
Necesitamos arrojarlos por un precipicio
cual invidentes errantes en la ciudad hostil,
o levantar muros, encender hogueras
quitarles el nombre y desnaturalizarlo como iguales.

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