La mirada se me quiebra más allá del mediodía.
Estoy acostumbrado a mantenerme despierto cuando el clima
sopesa la voluntad. No quiero caer en el desánimo del lugar, de las
circunstancias, de los seres queridos que se fueron para siempre, de los amigos
ausentes, como otros desaparecidos, y de la persona que amo por causa directa
de hechos. Todo sumado me da motivos provisionales para sostenerme sin querer
hacerlo.
¿Es esto lo que deseo en el transcurso de lo que hago?
Mi suerte en un espiral sin salida, no pruebo por evitar el
ridículo como uno cualquiera. Me refiero a que soy perceptible, la vida en mí
sigue girando, mientras me siento cada vez más inmortal sin tener en cuenta los
años que trascurren encima de mi piel.
El día se duplica mirando lo que vimos, añorando lo que
tocamos, besándonos cuando prometía esa cita y cuando nuestras manos se
atolondraban para querer por soledad, para querer por convicción de un mismo
destino.
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