lunes, octubre 13, 2014

SESIONES DE ESPIRITISMO

Cuando sueño, aparezco de pronto asomándome con cautela por un mercado que mi mente se resiste a olvidar. Me acerco de noche acumulando escalofríos, sin embargo sigo adelante, resistiendo el viento agresivo que sopla, arremolinando desperdicios, como si fueran mis lamentos destellando en esa oscuridad que ha convertido en fantasmas todos los recuerdos del día, como el mío, que sobresale en un desasosiego permanente.
Aparecer en este absurdo para reconstruir lo que parecía frívolo e inútil ahora que solo quedo yo, me resigna a una posibilidad poco esencial. Sigo adelante, pero al mismo tiempo retornando por un camino pasado, diseminado por anécdotas y experiencias de un intercambio, que en ese momento tenía mucho sentido.
Volver para recordar temeroso los espectros residuales de aquellos días bienintencionados que sólo yo puedo rememorar con más sufrimiento que alivio. Ahora no existen más que sombras en reserva, archivando historias en plena descomposición, mientras sigo atormentándome pisando un vacío que podrá despertarme de esta locura infinita a largo aliento, donde los rostros humildes se aproximan a morir en desesperación, cuando más me es difícil ignorar cada recuerdo en esos lugares.
Caminar en esta escena, es conciliar la noche melancólica en soledad, con la jornada popular que me ha significado la vida. El clamor viene desde el fondo, por eso soñando es posible anular lo que se ha quedado sin remedio, cuando parecía florecer en el desorden acogedor, un vínculo que el tiempo y el lugar ha comprometido con insistencia.


No hay comentarios.: