domingo, enero 26, 2025

Año XXV del II Milenio

Acaba un año y comienza otro, debiera ser diferente y no lo es, tendría que haber un acantilado desde donde se pueda contemplar cómo se alejan esos recuerdos del tiempo que ya se vivió en una inmensa isla artificial que se desplaza en altamar, pero no sucede, nada significativo es percibido, todo acto de celebración o ritual de despedida o bienvenida es solo una expresión pálida, superpuesta, fingida, de desperdicio por nada, actuada, experimental… Estoy dejando de creer cada día transcurrido, veo por la ventana y nada me sorprende, son las mismas demostraciones de júbilo popular como si el último día y el nuevo no tuvieran un abismo de diferencia, cuando si lo hay, es dejarse inmutable hasta el último minuto, apagar las luces, susurrar frases incoherentes en medio del enlace encriptado de una dimensión y otra, palabras inconexas, gestos de cansancio y agonía como una interpretación perfecta de lo agotado, el fin natural a la insistencia de vivir por un objetivo obtenido, un abrazo final, un temporal que cruza la casa como si consumiera la realidad de tantos días pensando el cómo, haciendo de la forma tradicional una tarea, resolviendo un acto inesperado, pagando por un valor de subsistencia y retirando el sobrante, el desperdicio, lo anticuado, lo putrefacto, envolviendo el desgaste propio del cual ya no merece recordar nada porque atarse a ello significaría un drama insuperable, crónico, posesivo, propenso a divagar en una escala infinita de querer y tenerlo sin medir deterioro. Cada letra de lo expresado en el XXIV debe ser enterrada en un silencio sepulcral, nada debe afectar ni debe ser causa de influencia para cometer un acto de duplicidad, repetir lo que se dijo y pensar lo pensado, realizar mirándose al espejo, tocando la fuente del agua, verse a través de la ventana, palparse como una escena de reconocimiento, sentirse apenas, doblegarse en sus propias razones y mentirse para conservar un complejo delicado, obtuso, sin exclamaciones.
Este año nuevo se debe mostrar un rostro renovado, palabras en consecuencia de una estructura que soportará tempestad de condiciones, hechos fortuitos, senderos con luz de sol y la claridad para expresar una combinación totalmente genuina sin ningún rastro del pasado y sin excedentes para un futuro todavía desconocido.

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