Hay algo que me ata las manos
me envuelve las piernas
no me permite voltear el rostro
y reconocer imágenes espectrales hechas realidad,
un mensaje oído por murmuraciones
o las expresiones que irrumpen al caminar en las calles
un rompecabezas enigmático que debiera encajar
antes de cada puesta de sol
antes que una nueva obligación
me confine irremediablemente
y me haga olvidar,
desprenderse sin vida
marchito ante la evidencia póstuma.
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