miércoles, agosto 19, 2020

OBSCURA LIBERACIÓN (Presagio)


I

Cuando estremezca la hoguera roja,
no podrá detenerse,
no quedará humano con ganas de percibir semejante calamidad;
creerán que lo han visto todo
y que éste padecimiento se olvidará pronto.
Cuando estremezca la hoguera roja
las mariposas muertas volarán de nuevo 
con sus alas negras portadoras de pestes
y un día no será suficiente,
la desgracia será sentida en cada rincón del planeta,
un estruendo se escuchará en oídos de vivos y muertos,
quizá sea todo para cualquier forma existente,
el fin de una era,
a lo mejor sea la única forma de remediar errores y sanar heridas
de ésta civilización envejecida que crea y destruye a placer.

II

Ser libres será como adagio escrito en muros todavía en pie,
nadie más en su sano juicio será dócil a la mañana,
el aire no fluirá más por las ventanas abiertas,
la cama quedará solitaria
sin látigos que la aten, 
sin ásperos reclamos,
regocijándose toda saciedad,
alternando risa con sueño,
magia con sol;
cuando estremezca la hoguera roja,
no habrá valentía posible, 
los rostros pasarán como hojas secas de un árbol en pleno otoño.

III

Rememorar desvergüenzas
dentro de la belleza mundana,
será una prueba para naufragar y retractarse,
matar al ángel purificador que fue muy paciente en el fango.
Roto cualquier cristal de ilusiones, 
esperaremos juntos
a que el reloj incremente paranoias
con palabras siniestras,
obligándonos y sometiendo a crédulos e incrédulos
a cometer apatía
en medio de este tiempo aletargado de pesadumbre
y abreviado del vivir,
a fundirse en más aislamiento,
separarse en diversas identidades frágiles,
quedarse para temer en donde siempre se temió, 
sin orgullo que valga la pena,
pisoteando el jardín que florecerá,
mutilando anhelos que surgen al despertar,
hacerlo sin remordimiento, atendiendo insensato
que los pétalos perecen pronto,
manipulando en el vacío 
explicaciones delirantes,
automatismos al borde de más demolición 
sin saber de esta codicia desmedida,
siendo un cazador imprescindible para anteponerse al drama
de los que jamás llegan,
paralizados ante el perfume balsámico,
dulce pócima,
embriagador de corazones humildes,
que nunca dejaron de asentir,
y no llevarán la salvación momentánea al cuerpo disuelto en agonía.
Nauseabundos recuerdos bastarán, 
negarse también a un mundo renovado por una paleta de colores,
una dosis no será definitiva,
deambularemos solos con un animal atado al cuello
por la pampa de un estremecedor camposanto 
a la espera inconsciente del gran proyectil,
de la estirpe próxima,
del alto precio por conseguir la obscura liberación.

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