Si alguien me insinuara que desea caminar un
momento y charlar, sería mi deleite. Cuanto se puede descubrir en esa
distracción mientras los movimientos se adelgazan con el viento y las palabras
nos filtran hasta la lucidez.
El asombro es por cada persona que logra
aparecer ante los ojos borrados de quien habla y descubre el pensar.
Mi desconcierto es por estar vivo y estar
colmado de inquietudes.
Ojala mi entendimiento no se haga discreto
cada día, que la transferencia al paso doble, intrínseco con los roles, no se
manche de vileza.
No deseo saber:
al romanticismo sosegando,
la generosidad como una forma unidimensional,
la descripción espacial bordeando el juicio
certero,
la aniquilación imperfecta,
el carácter idealista.
Las palabras no pueden sostener más el deseo
de quedarse en el centro del anonimato. No quiero una prolongación equivocada
en la línea del tiempo, produciendo una dificultad, mis deseos aspiran a
grandeza.
La bondad se permite.
En un proceso las señales son negativas.
Un mundo se quebranta, palidece en una
armonía extraña.
Un día no podré ver, pero agradezco cada
instante.
La atmósfera, un lugar increíble para estar
en donde puede aclarar el inicio del infinito…
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